Desde hace tiempo se comenta que en la antigua Casa Presidencial en Tegucigalpa se han visto fantasmas. En uno de mis libros relato lo que sucedió en el Gobierno del doctor Roberto Suazo Córdova cuando varios soldados que hacían su ronda acostumbrada en el interior de la Casa de Gobierno sorprendieron a una mujer alta, bien parecida, vestida de blanco. Ella caminaba por los pasillos cerca de la oficina del presidente y cuando los soldados la siguieron llamándole la atención, atravesó las paredes rumbo al salón azul. El propio doctor Suazo me contó que los muchachos habían sido hospitalizados presas de un pánico irresistible.
Cuando el general Oswaldo López Arellano gobernaba el país acostumbraba a trabajar a veces hasta las tres de la mañana con un pequeño grupo de sus colaboradores más cercanos. Una madrugada, cuando el grupo salía de la oficina del gobernante (QDDG) vieron a un niño recostado en una pared. Un conocido abogado cuenta que él le llamó la atención.
-Hey cipote, ¿qué estás haciendo aquí? Guardias, aquí anda un niño.
El pequeño de unos ocho años de edad aproximadamente corrió y se metió a la oficina que en ese tiempo ocupaba el abogado Ricardo Zúniga Agustinus, también fallecido. De inmediato la Guardia de Honor Presidencial fue en busca del muchacho y por más que buscaron en la oficina de Zúniga Agustines fue imposible encontrar al niño; de ahí surgieron varias preguntas: si esa oficina sólo tiene una salida, ¿por dónde se fue?, ¿de dónde salió aquel niño misterioso? El incidente pronto fue olvidado.
En el Gobierno de Rafael Leonardo Callejas dos hombres que hacían turno en el portón principal vieron pasar a un niño que a la carrera comenzó a subir las gradas del edificio de la nueva Casa de Gobierno.
-Hey vos, cipote, paráte ahí…. Corramos que ese bandido quién sabe de dónde salió.
Los guardias subieron las gradas, a la altura del tercer piso lograron alcanzarlo, pero ágilmente el niño abrió la puerta de una oficina y ahí se encerró. Uno de los guardias andaba las llaves y abrieron la oficina, buscaron por todas partes y nunca encontraron al intruso. Era imposible que saltara por una ventana desde el tercer piso, bajaron al primer nivel con el pánico pintado en sus rostros.
Cuando el general Juan Alberto Melgar Castro fungía como ministro de Gobernación y Justicia, el viceministro era el coronel Moca Ordóñez, ambos de grata recordación. Dos personas se habían quedado sacando un trabajo urgente solicitado por el general Melgar. La secretaria que estaba trabajando en su máquina de escribir vio a un niño que estaba saltando sobre los escritorios: -Venga, abogado, que se metió un cipote a las oficinas -gritó la mujer- no sé por dónde, pero está jugando.
El profesional del derecho vio al niño y lo siguió, el muchacho corrió para la oficina del coronel Moca Ordóñez y aunque lo buscaron por todas partes, nunca lo encontraron. El mismo Moca contaba esta experiencia sobrenatural de dos empleados de Gobernación.
El Ministerio de Cultura, Artes y Deportes fue trasladado de la avenida La Paz a una colonia cercana donde antes había funcionado el Ministerio de Seguridad. Recién instalados los empleados comenzaron a ocurrir cosas misteriosas: le daban vuelta a los servicios sanitarios, cerraban y abrían puertas y a una funcionaria le movieron la silla, alejándola del escritorio; ella estaba sentada. El pánico comenzó a dominar a los empleados del Ministerio y fue así que llevaron a un sacerdote que celebró varios oficios religiosos hasta que cesó la actividad paranormal.
Una noche, un vecino del Ministerio pasaba enfrente cuando se le punchó una llanta del carro. Era de madrugada y hacía mucho frío, recuerda que mientras sacaba la llanta del repuesto vio hacia una de las ventanas del tercer piso y vio a un niño que le hacía señas; al principio no le puso atención porque le interesaba más cambiar la llanta. Cuando alzaba la llanta que estaba cambiando, la llave de cruz y la gata escuchó que el niño tocaba la ventana de vidrio haciéndole señas. Abajo estaba en el portón el guardia de seguridad platicando con otro empleado. El hombre les preguntó qué había un niño en el tercer piso haciendo señales, los dos hombres se fueron a la mitad de la calle y en efecto pudieron ver a un niño haciendo señas.
-¿Pero quién metería ese cipote? A esas horas no hay nadie en las oficinas. Vení -le dijo el guardia al amigo-, vamos a buscarlo.
Los hombres subieron en el elevador al tercer piso y buscaron por todas partes, el que había cambiado la llanta esperaba los resultados; los hombres buscaron por todas partes y no encontraron al niño, le preguntaron al de la calle si lo había visto salir y la respuesta fue negativa. -Antes -dijo el guardia- habían visto aquí y en el mismo piso a una mujer fantasma, también vieron a un señor de edad y contaron que los habían matado en este edificio, pero de ese niño hasta ahora me doy cuenta.
Los tres hombres amanecieron esperando ver al niño y éste jamás apareció.
La ultima noticia sobre la aparición de un niño fue en la antigua casa que ocupo la Procuraduría General de la República.
Eran las seis de la tarde cuando las oficinas quedaron vacías, un empleado regaba la grama sembrada frente al edificio cuando de pronto vio a un niño que saltaba dentro y fue a buscarlo. Cuenta que cuando entró a la oficina sintió que el lugar estaba helado como si fuera una refrigeradora; el miedo lo invadió y salió rápidamente del lugar contando a sus compañeros la experiencia vivida con aquel niño misterioso.
¿Quién o quiénes son los niños misteriosos que han sido vistos en oficinas del Gobierno? Nadie lo sabe.