El presidente estadounidense, George W. Bush, respondió ayer a los críticos que sostienen que la Casa Blanca actuó a ritmo de tortuga durante la tragedia del Katrina, al reconocer que su gobierno no estaba preparado para el huracán.
Casi un año después de que el Katrina provocase una grave crisis humanitaria y política, Bush señaló que el huracán agarró al gobierno desprevenido.
“Desafortunadamente, el Katrina reveló que los gobiernos federal, estatal y local no estaban preparados para responder a un desastre tan extraordinario”, indicó el inquilino de la Casa Blanca durante su mensaje radiofónico semanal.
Añadió que las inundaciones pusieron al descubierto una “profunda pobreza que ha dejado a gente al margen de las oportunidades” que ofrece EUA, y se comprometió a seguir apoyando la reconstrucción de las zonas afectadas.
Críticas
Ese mensaje autocrítico se sitúa en línea con el tono elegido por la oposición demócrata en vísperas del aniversario del Katrina, que tendrá lugar el 29 de agosto.
“Innumerables barrios están como si el huracán hubiese sido ayer y son un duro recordatorio de lo poco preparada que estaba nuestra nación”, señaló la senadora de Luisiana, Mary Landrieu, en la respuesta demócrata al discurso radiofónico de Bush.
Añadió que, en gran medida, EUA sigue sin estar preparado para grandes desastres, ya sean huracanes, terremotos o atentados terroristas.
Criticó también el lento proceso de reconstrucción, que, dijo, “no ha hecho más que empezar en muchas comunidades”. Los demócratas, que esperan hacerse con el control de al menos una cámara del Congreso -ahora en manos republicanas- en las elecciones legislativas de noviembre han lanzado una agresiva campaña para recordar a los votantes la actuación de la Casa Blanca ante los problemas causados por Katrina. Tras la fanfarria institucional y los llamamientos grandilocuentes a resurgir del fango que siguieron al huracán, la energía inicial se ha perdido en un lodazal de burocracia y desesperanza.
Un reciente sondeo del diario USA Today y la compañía Gallup aseguraba que un 30 por ciento de los retornados a la ciudad tiene la intención de mudarse si ve que la situación no mejora.