Las bromas en torno al uso del teleprompter por parte del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, son una constante desde que asumió la presidencia.
El comentarista conservador Rush Limbaugh se burla en la radio. El primer ministro italiano Silvio Berlusconi lo comentó en una cumbre internacional. Obama dice que prefiere tener apuntes al hablar con la prensa.
El tema, no obstante, ha dejado de ser algo divertido y se está convirtiendo en un símbolo de algo mucho más grande. Hay quienes dicen que refleja un aislamiento de la gente.
La republicana Sarah Palin explotó el asunto al decir que el movimiento conservador Tea Party “es algo mucho más grande que un tipo carismático con un teleprompter”. El comediante Jon Stewart mostró hace poco en su programa “The Daily Show” un video de Obama en un estrado, flanqueado por pantallas de teleprompter, durante una presentación en una escuela primaria.
“¿Instalas un podio presidencial y un teleprompter para hablar ante chicos de sexto grado?”, preguntó incrédulo Stewart.
La Casa Blanca restó importancia al asunto y dijo que Obama usó los apuntes para hablar con la prensa, no con los estudiantes.
Desde que Obama fue elegido presidente, las bromas acerca de su relación con este aparato han recorrido los medios estadounidenses.
También Palin
Pero Obama no es el único miembro del equipo presidencial que está siendo criticado por su falta de espontaneidad.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, se presentó a una rueda de prensa con un par de recordatorios escritos en su mano: “cambio”, “esperanza”.
Palin, ídolo de muchos conservadores, usó un truco digno de sus hijos para pasar la “prueba” de una sesión de preguntas y respuestas: se apuntó pistas en la mano.
Gibbs hizo notar que Palin tenía apuntes escritos: “energía”, “impuestos”, “levantarle el ánimo a la gente”. Al responder a una pregunta, Palin se miró la mano en busca de ayuda.
Todo parece bastante ridículo. Pero a veces este tipo de cosas intrascendentes adquiere una dimensión más grande porque reflejan problemas más profundos.
Piense si no en el impacto que tuvo la imagen de John Edwards arreglándose el cabello cuando le preguntaron si tenía realmente algo que decir en la política.
El plomero Joe se hizo famoso durante la campaña en el 2008 porque fue visto como alguien que representaba al hombre común, con todos sus problemas.
Obama ha reconocido que sus problemas políticos derivan en parte del hecho de que no se está comunicando bien con la gente, que todavía sufre los efectos de la recesión. “Perdimos un poco la capacidad de hablarle directamente a la gente sobre las cosas que más le importan”, manifestó Obama luego de que los demócratas cedieron una banca clave en el Senado.
Los detractores de Obama sostienen que su apego el podio y el teleprompter simbolizan ese distanciamiento de la gente.
Los detractores de Palin señalan que sus notas en una mano son una nueva prueba de que es un peso liviano. Este tema puede ser un indicio de debilidades o de que todo el mundo necesita un poco de ayuda para recordar las cosas.
La política se hizo célebre entre los conservadores después de que John McCain escogiera a Palin como compañera de fórmula.
Sin embargo, su tirón se vio debilitado tras una serie de mediocres entrevistas de televisión, en las que no supo citar ninguna decisión del Tribunal Supremo, ni qué revistas o periódicos leía y dijo que la proximidad de Alaska a Rusia le daba experiencia en política exterior.
Tras las elecciones, periodistas de Fox News, un canal de derecha, revelaron que la campaña de McCain estaba muy preocupada porque Palin no entendía que África era un continente y no un país.
Y tampoco sabía cuáles eran las naciones que pertenecían al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Pese a esas meteduras de pata, la ex gobernadora ha capturado el entusiasmo de muchos conservadores del país, que se identifican con sus expresiones populares, frente a la erudición de Obama, con sus posturas contra el aborto y el matrimonio de los homosexuales, y con su defensa del derecho a llevar armas. Y eso, aunque necesite escribir la línea maestra de su discurso en la mano, para no olvidarse.