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La sonrisa de 'La Gioconda”, el secreto mejor guardado

  • 01 agosto 2010 /

Las investigaciones sobre este icono para la cultura del mundo moderno y contemporáneo se han sucedido y seguirán haciéndolo en el futuro.

Cinco siglos dan para mucho misterio y durante este tiempo ni los investigadores de diferentes países ni la sucesiva aplicación de los adelantos científicos y técnicos sobre “La Gioconda” han desvelado los enigmas que esconde una de las pinturas sobre la que más se ha escrito y se ha especulado en la historia del arte.

Ingeniero, arquitecto, científico, humanista, escultor, pintor, paradigma de hombre del Renacimiento, Leonardo abrió infinidad de incógnitas cuando dejó como legado a la humanidad el último retrato que pintó, que conservó hasta su muerte y en el que nunca dejó de trabajar.

Nuevos detalles aldescubierto
Las investigaciones sobre este icono para la cultura del mundo moderno y contemporáneo se han sucedido y seguirán haciéndolo en el futuro.

Uno de los últimos estudios sobre la obra, el de un grupo de científicos del Centro Nacional Francés de Investigación Científica, CNRS, ha revelado importantes detalles de la técnica que usó el genio del Renacimiento, pero el secreto de su sonrisa sigue bien guardado.

Armando Solé, el científico español que ha trabajado en la investigación del Centro Nacional Francés, ha afirmado que no se ha resuelto técnicamente el misterio de la boca de la Mona Lisa, ya que el estudio se ciñó a la parte superior del rostro, donde el artista dejó uno de los mejores ejemplos de la técnica del “sfumato”.

Interesado en el claroscuro y primoroso en la aplicación del método del “sfumato”, con el que difuminan y suavizan los contornos de las figuras mediante el uso de tonos vagos y juegos de sombras logrando que no se aprecien las pinceladas, Leonardo combinó esta técnica con la de la perspectiva aérea, consiguiendo así una sensación tridimensional y de profundidad.

Además, según los informes publicados por el CNRS, se ha comprobado que la obra tiene más de 20 capas de pintura que logran la sensación de profundidad a través de luces y sombras.

Pese a que es imposible fijar el número de manos de pintura, que oscilan entre 20 y 30, el espesor de las capas alcanzan las 30 micras.

El nuevo procedimiento de rayos X utilizado por los científicos se ha enfocado en puntos concretos del cuadro que, al recibir la carga electrónica, muestran los componentes que el artista usó en esa parte de la obra. Debido al alto número de capas que aplicó Da Vinci, la ejecución de su obra fue larga, ya que cada revestimiento pudo tardar varios días en secarse.

El barniz pone el punto y final al cuadro porque, según revela la técnica de los rayos X, sirve para unificar las capas de pintura y hacer brillar la sonrisa de la Gioconda, sobre la que Margaret Livingstone, experta en percepción visual, ha escrito que se trata de una ilusión que aparece y desaparece debido a la peculiar manera en que el ojo humano procesa las imágenes.

La experta opina que debido al funcionamiento del ojo humano, si se mira directamente a la boca, la sonrisa desaparece, mientras que si se mira a los ojos u otra parte del cuadro la sonrisa vuelve a aparecer en el rostro de la Gioconda.

Una obra siempreenigmática
Pieza fundamental en el Museo del Louvre de París, todavía hoy sus visitantes siguen asombrándose cuando contemplan su sonrisa y su mirada enigmática, aunque todo el cuadro en sí es enigmático.

En el debate abierto hace ya muchos años se han planteado muchas teorías, según las cuales el óleo sobre tabla de álamo de 77 x 53 cm muestra a la joven florentina Lisa Gherardini, esposa de Francesco Bartolomeo del Giocondo y vecina del artista, que podría estar embarazada.

El Consejo de Investigaciones de Canadá publicó en 2006 el trabajo de un grupo de investigadores que utilizaron un escáner de infrarrojos en tres dimensiones, que permitió apreciar detalles hasta entonces desconocidos.

Se considera que el velo de gasa fina y transparente, enganchado al cuello de la blusa, era una prenda que solían llevar las mujeres embarazadas, así como que el peso de la modelo era de 63 kilos y su estatura 1,68 metros y que llevaba un moño en el pelo cubierto por un bonete detrás de la cabeza.

Si Leonardo levantara la cabeza tal vez se quedaría asombrado de las afirmaciones que se han hecho sobre su modelo y la ambigüedad de su rostro.

Desde que se trata de un autorretrato en versión femenina del propio artista, una amante de Leonardo, una mujer imaginaria, un adolescente vestido de mujer... un mito de androginia que tiene referencias inacabables con teorías filosóficas y religiosas.

Análisis de la saludde la modelo
En cuanto a la salud de la Mona Lisa, según los investigadores la modelo tenía bruxismo (rechinar de los dientes), alopecia (caída del cabello), principios de la enfermedad de Parkinson y, de acuerdo a un médico italiano, tenía el colesterol alto.

Su mirada, otro de los focos de interés de la obra, está marcada por la ausencia de cejas y pestañas. Unos dicen que nunca existieron, ya que la dama seguía la moda florentina, y otros señalan que su desaparición se debe a que fueron borradas en alguna de las restauraciones que se hicieron en la obra.

El análisis de su sonrisa llevó a que se afirmara en unos estudios publicados por la Universidad de Ámsterdam que la misma está compuesta en un 83% por un sentimiento de felicidad, un 9% es de disgusto, un 6% de miedo y un 2% de enojo.

“La Gioconda”, emblema del Louvre, que es visitada anualmente por una media de nueve millones de turistas, goza de un sistema particular de vigilancia, incluida la urna de cristal blindado que le protege incluso de disparos con armas de fuego.

En una obra de características tan especiales, ha sido inevitable la codicia de algunos.

En 1911, un comerciante argentino, Eduardo Valfierno, convenció al carpintero italiano Vincenzo Perugia (ex empleado del Louvre) para que robase el cuadro, con el fin de venderlo. Valfierno endosó falsificaciones de la obra a cinco coleccionistas estadounidenses y un brasileño.

Las investigaciones sobre el robo llevaron a detener al escritor Guillaume Apollinaire, quien fue declarado inocente más adelante, y a Pablo Picasso, que tenía antecedentes de comprar objetos de arte robados, y que posteriormente también fue declarado inocente.

La pintura fue recuperada dos años y 111 días después tras la detención de Perugia, quien intentó vender el cuadro original al director de la Galleria degli Uffizi.