18/04/2024
01:53 AM

'En Cortés no creían en la pandemia”: Marco Tulio Medina

El científico Marco Tulio Medina advierte sobre el surgimiento de brotes una vez superada la emergencia.

SAN PEDRO SULA.

El exdecano de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah), Marco Tulio Medina, quien pronosticó que el COVID-19 alcanzaría su momento más crítico a las ocho semanas, coincide con otros científicos del mundo que la sociedad debe prepararse para vivir esquivando el virus hasta que aparezca la vacuna.

Cuando Honduras ha alcanzado la semana sexta de contagios, con cerca de 627 casos y 59 muertos, el científico, además, en un recuento de hechos, alaba la decisión de las autoridades de Salud de haber instaurado una cuarentena general en el momento oportuno, pero les recrimina la displicencia, la poca agresividad para practicar pruebas de detección de forma masiva.

Medina, una de las voces de la ciencia hondureña más destacadas durante esta pandemia, en una entrevista con Diario LA PRENSA dijo que el COVID-19 a estas alturas ya dio varias lecciones al Gobierno y a la sociedad hondureña que deben buscar un cambio de actitud para crear un país organizado, menos politizado, incluyente y equitativo.

¿El comportamiento de la pandemia en Honduras es como lo había previsto? ¿Hay algún fenómeno que lo haya sorprendido?

En la primera entrevista con Diario LA PRENSA dije que la pandemia duraría más de 8 semanas. Realmente se ha comportado como un problema que puede durar de 8 a 12 semanas, me refiero al pico máximo. En este momento nos encontramos en la sexta semana y estamos previendo que, si todo fuera positivo, en junio pudiera reducirse. Estamos hablando de casi doce semanas. En ese factor se ha prologado más la pandemia.

El segundo elemento, de acuerdo con los datos inicialmente analizados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se calculaba que de 26,000 a 46,000 casos íbamos a tener una mortalidad de 600 a 1,600. En este momento, parece ser que en Honduras, a excepción de la costa norte, la curva se ha aplanado, a pesar de que no se ha hecho pruebas de forma masiva como quisiéramos. Los indicadores indirectos dicen que los hospitales COVID de Tegucigalpa no están saturados. En el caso de San Pedro Sula, no obstante, sí hay casi un nivel de saturación, pero no ha sido sobrepasado totalmente.

¿El segmento más afectado de la población es similar al de los países europeos o al de Wuhan, China?

Se ha observado en Honduras una población más joven, sobre todo, personas que tienen factores de riesgo como diabetes mellitus (que es uno de los factores más importantes), hipertensión, cardiopatía. Se ha observado que la presencia de factores de riesgo y probablemente la llegada tardía a los hospitales han provocado una diferencia. La población afectada en Honduras, la que ha fallecido, es intermedia. Hay personas de la tercera edad, pero muchos son de la segunda edad.

El primer caso de COVID-19 apareció en Tegucigalpa, ¿por qué no ha impactado la pandemia fuertemente en la capital como en Cortés?

El primer caso fue registrado, recuerdo, el 13 de marzo en Tegucigalpa, pero no ha sido hasta ahora la ciudad más afectada por varios factores. En el escenario Tegucigalpa el caso cero, que vino de España, fue identificado en el Hospital Escuela y luego hicieron un cerco epidemiológico. Después cercaron y aislaron a la colonia Abraham Lincoln y esa fue una acción muy positiva. En Cortés llegaron los casos, pero, por ejemplo en Villanueva, la persona que acudía a los cultos religiosos causó una contaminación importante.

Luego el otro factor, por ser una zona industrial, donde hay muchas maquilas, había aglomeraciones en los lugares de trabajo. Probablemente, el otro factor que creemos que incidió es que las personas no seguían las instrucciones. Muchas personas dudaban de que estuviera ocurriendo el problema. Eso me lo han comentado médicos de San Pedro Sula. Al interrogar a los pacientes, ellos dijeron que no creían en la pandemia. Era una negación de la realidad. En Tegucigalpa fue un poquito diferente, excepto en los mercados, pero aquí los cerraron.

¿Cómo califica el control epidemiológico en San Pedro Sula? ¿Hubo o no?

El primer espacio que se cerró en el país fue la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), cerró en Tegucigalpa y en San Pedro Sula, unos días después cerró todo el país. Eso estuvo correcto también. El problema, creo, quizás fue el hecho de no hacer pruebas y se tardaban demasiado en llegar a Tegucigalpa porque estaba centralizado el laboratorio. Ese era un problema. Por el testeo y el diagnóstico tardío ha sido más afectado San Pedro Sula. Pero ahora han endurecido las medidas poniendo, incluso, en aislamiento a la ciudad. El valle de Sula es una zona poblacional extensa compuesta por gente joven y trabajadora. Me parece que muchas personas no actuaban con responsabilidad porque negaban la pandemia.

¿Qué han hecho bien y qué han hecho mal las autoridades de Salud y la sociedad hondureña?

Lo que han hecho bien: las autoridades de Salud hicieron un inicio temprano de la cuarentena y eso es positivo. En segundo lugar, trabajar con la Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud (OMS), como apoyo técnico, eso es importante. El hecho de involucrar a otros actores, como la Universidad Autónoma, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), eso es lo positivo.

Las cuestiones negativas son muchas: la falta de transparencia, algo que es muy delicado; la adquisición de equipo o colocación de hospitales no muy bien orientados, la desorganización, la centralización del manejo de la pandemia (hay que involucrar a la sociedad para que junto con el Gobierno hagan un comando) y la falta de pruebas, pues el testeo debe ser más agresivo. En cuanto a la sociedad en términos generales ha respondido bien, con excepciones de algunos grupos que han hecho un poquito de disturbios.

La sociedad ha respetado en general los toques de queda, a excepción de los mercados donde a inicios había grandes reuniones de personas. Hay un elemento que me gustaría resaltar: tenemos que tener un equilibrio entre la cuarentena, el distanciamiento social, y la seguridad alimentaria. Es crucial fomentar la seguridad alimentaria para la población más vulnerable, para la gente pobre, niños menores de cinco años y ancianos. Debemos concertar lugares de producción alimentaria, debemos tener una estrategia económica de santuarios de producción en las zonas donde no ha habido COVID-19. Debemos trabajar en los temas de estabilidad social y gobernabilidad.

¿Habrá rebrotes?

Hay varios estudios, pero antes pondré unos ejemplos claros. Hemos tenido la epidemia del dengue: en 2010 tuvimos un pico de casos, y después bajamos; en 2013 y 2014 otra vez se incrementó el número de casos, en 2019 otra vez hacia arriba. Siempre tenemos dengue. Tenemos que convivir con el dengue porque no logramos controlar los criaderos de zancudos. Ese es otro gran problema.

Con COVID será igual, hasta que no encuentren una vacuna tendremos ese fenómeno. Tenemos que convivir con el COVID tal como lo plantea la Universidad de Harvard en un artículo publicado en la revista “Science” de este mes. Plantea que en los siguientes años vamos a seguir teniendo picos en los números de casos, tendremos rebrotes. Aquí lo importante son varias cosas: que el pico no sature al sistema de salud.

Esta debe ser una lección enseñada a Honduras. Tenemos que fortalecer el sistema público de salud. Esa es la lección número uno, y la lección número dos: debemos prepararnos de manera organizada ante pandemias y desastres. Lección número tres: debemos involucrar a toda la sociedad y a expertos y no politizar las decisiones. Lección número cuatro: hay que promover una sociedad más equitativa.

Yo diría también que el grupo de salud debería ser más apreciado porque ahorita los médicos y enfermeras han puesto en riesgo sus vidas y hay que ayudar a la bioseguridad de ellos. Hay un número alto de médicos desempleados y eso no puede ser. Honduras requiere de recurso humano. El COVID nos ha enseñado que debemos replantear muchas cosas en la sociedad.