Todas las semanas, R. López debe obligadamente entregarles a los directivos de la empresa de taxis colectivos cerca de L300 y no debe pedir explicaciones “para evitar problemas”.
Si López y sus más de 30 compañeros quieren conservar la plaza como taxistas, no tienen otra opción que someterse a las leyes impuestas por la MS-13 y la 18 a través de sus directivos.
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De los L300, una parte le corresponde a la MS, otra a la 18 y una tercera porción “es para pagarle a la Municipalidad el espacio del punto de taxis”, según le han contado.
“Nosotros ya aprendimos a vivir con la extorsión. Uno lo único que puede hacer es callarse para que no lo maten, ser obediente y trabajar más, fajarse, para ganar algo y poder comprar la comida de la familia”, dice.
Todos los puntos de taxis colectivos del centro pagan la extorsión a las dos maras. R. López, taxista
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López comienza a trabajar a las 5:30 am y durante las primeras horas del día procura lograr la mayor cantidad de vueltas con la idea de “aprovechar el flujo de personas que entran a trabajar o estudiantes que van a clases temprano”.
“Para nosotros, los que manejamos colectivos, son importantes las primeras horas de la mañana y después de las cuatro de la tarde. Si no aprovechamos esos momentos, nos puede ir mal y no conseguir ni para la comida; pero sí tenemos que pensar en el pago de la extorsión”, dice.
Muchas veces -relata-, él y sus compañeros hacen los recorridos de la ruta y no logran recoger los ocho pasajeros (cuatro de ida y cuatro de regreso) que debe transportar la unidad para que alcance los L120 por cada vuelta.
“En un día doy entre 12 y 15 vueltas, unas veces el taxi va lleno, otras veces vacío. Nunca, nunca, en cinco años que tengo de trabajar como taxista, he logrado hacer L500 en un día”, dice.
| Claves
Las dos organizaciones criminales recaudan en un año alrededor de L6 millones de 12 puntos de taxis colectivos instalados entre primera y séptima calles del centro de San Pedro Sula.
En promedio cada punto de colectivos les paga L500,000 mensuales a la MS-13 y a la 18. |
“Hace unos meses estábamos muy preocupados. Una tercera pandilla, que le dicen los Chirizos, quería meterse a extorsionar. De entrada, todos tuvimos que reunir dinero y pagarles L80,000. Pero después no sé qué pasó y se retiraron. Creo que les dijeron que no teníamos capacidad para tres extorsiones”, dice.
López, quien vive en una colonia controlada por la MS-13, nunca le ha dado la extorsión a un pandillero en las manos y tampoco ha visto cuando los directivos entregan el pago a los delincuentes.
En su ambiente, entre compañeros, el tema de la extorsión no es abordado y quienes se atreven a comentar o a criticar “pueden tener problemas”.
“Yo tengo dos hijos y una esposa que me esperan en la casa. Estos temas no los tratamos, no sabemos si un compañero es parte de una mara. Hemos visto cómo a muchos taxistas de otros puntos los han matado por no pagar o por denunciar la extorsión”, ejemplifica.
En enero, al punto de taxis de la colonia Villa Olímpica, en la 4 calle, entre la 1 y 2 avenidas, llegaron dos criminales en una motocicleta y mataron a balazos a Fernando Dueñas (de 55 años), quien tenía 15 años de trabajar como taxista.
“Este año han matado a muchos taxistas aquí en San Pedro Sula y en Choloma. Yo no quiero ser una víctima más”, dice.