Salvador Macip, catedrático de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y experto en genética molecular, destaca que el corazón es especialmente sensible a las malas dietas y a la falta de ejercicio.
“Si comemos demasiada grasa, especialmente la que proviene de animales terrestres, y llevamos vidas sedentarias, la salud del corazón se resiente, y los cambios que se ven en el corazón se corresponden a los de un envejecimiento acelerado”.
“No tener la presión arterial controlada también actúa en este sentido”, advierte. El corazón es básicamente músculo, y el músculo es uno de los tejidos donde más visibles son los cambios en el envejecimiento.
Para retrasar el envejecimiento, Macip remarca la importancia de mantener una dieta equilibrada y hacer ejercicio regularmente.
“En un futuro, es posible que tengamos fármacos que puedan retardar la degeneración del corazón debida a la edad, pero todavía se tienen que hacer muchas pruebas”, dice.
A pesar de que la genética también tiene un papel en la salud cardiovascular, hoy en día es difícil calcular qué porcentaje es genético y cuál depende del entorno, porque ambas dimensiones tienen una influencia importante.
“No sabemos todavía cómo medir exactamente el riesgo a largo plazo de tener problemas cardiovasculares; por lo tanto, lo mejor que podemos hacer todos es intentar llevar una vida lo más saludable posible”, concluye Macip.