El mayor capo de la droga de la historia

Juan Pablo Escobar (nacido el 1 de diciembre de 1949 en Rionegro, Colombia; fallecido el 2 de diciembre de 1993 en Medellín, Colombia) fue un narcotraficante colombiano que alcanzó la infamia como líder del Cartel de Medellín, supervisando una época marcada por una violencia extrema, corrupción y riqueza.

Fue el tercero de un hogar de 7 hijos. Su padre, un campesino, y su madre, una profesora de escuela, no eran personas adineradas. Su niñez estuvo marcada por las dificultades económicas y la relación con su familia, lo que influyó en su carácter y en su eventual inclinación hacia la vida del crimen.

A los quince (15) años de edad, aproximadamente, Escobar comenzó a cometer robos de automóviles, falsificación de documentos y contrabando. A lo largo de su juventud, se unió a varios grupos criminales menores.

En la década de 1970, Escobar se vinculó con el tráfico de drogas, inicialmente contrabandeando marihuana a los Estados Unidos, lo que le permitió hacer sus primeros contactos y ganar dinero.

Antes del inicio de la década de 1980, Escobar, junto a otros narcotraficantes, fundó y lideró el Cartel de Medellín, un imperio de narcotráfico que monopolizó el comercio de cocaína hacia los Estados Unidos y otras partes del mundo.

El cartel llegó a controlar el 70-80% de la cocaína que se consumía en Estados Unidos en esa época. A su apogeo, el cartel generaba miles de millones de dólares cada año.

Se estima que la fortuna de Pablo Escobar llegó a ser de entre 30.000 y 60.000 millones de dólares en su apogeo. De hecho, en su mejor momento, fue considerado una de las personas más ricas del mundo, y su fortuna se construyó principalmente con el tráfico de cocaína. Para ponerlo en perspectiva, Escobar generaba alrededor de 420 millones de dólares al mes. Así se veía la Mansión Escobar.

Escobar tenía una notable influencia sobre la política colombiana. En la década de 1980, buscó ganar poder político para proteger sus intereses y obtener inmunidad, y llegó a ser elegido como suplente en el Congreso de Colombia.

A pesar de su vida criminal, fue visto por muchos en Colombia como un héroe debido a su apoyo a las comunidades más pobres. Donó grandes cantidades de dinero a obras públicas, construyó viviendas, y financió otros proyectos sociales en barrios marginados, lo que le generó una base de apoyo popular, especialmente en Medellín. En ese sentido, se convirtió en una especie de “Robin Hood” para muchos.

Estableció rutas sofisticadas y desarrolló métodos de contrabando que hicieron que el Cártel de Medellín fuera extremadamente eficiente. Por ejemplo, utilizaba aviones, submarinos, y hasta barcos de carga para transportar cocaína a los mercados internacionales. Además, lavaba dinero mediante empresas legítimas, desde bancos hasta actividades en el sector inmobiliario.

Escobar utilizó una estrategia brutal para consolidar su poder: la violencia extrema. Se le conoce por su frase “plata o plomo”, lo que significaba que ofrecía sobornos (plata) a aquellos que se alinearan con él, y ejecutaba (plomo) a quienes se oponían, lo que le permitió eliminar a competidores, controlar rutas de tráfico y mantener su influencia tanto a nivel nacional como internacional.

La vida de Escobar terminó en diciembre de 1993, cuando fue localizado por la policía colombiana, con la ayuda de fuerzas de Estados Unidos, en un tejado, en Medellín. Escobar intentó huir, pero fue alcanzado y abatido por las autoridades, siendo el policía Hugo Heliodoro Aguilar quien realizó el tiro de gracia.

A pesar de su enorme poder, su reinado como el “rey de la cocaína” terminó de manera trágica. Su legado, sin embargo, sigue siendo una referencia tanto en el mundo del crimen organizado como en el análisis del impacto del narcotráfico en la historia moderna.