El príncipe Harry y la duquesa de Sussex, Meghan Markle, demostraron que no tienen planes de regresar a la familia real británica tras comprar finalmente su primera mansión en California (EEUU).
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La lujosa residencia se encuentra en Montecito, un exclusivo barrio de la parte oriental de Santa Bárbara, que es una ciudad costera situada a unos 150 kilómetros al noroeste de Los Ángeles (California).
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La residencia cuenta con nueve dormitorios, una piscina, una pista de tenis, un cine privado, un gimnasio, un spa, y una sala de juegos.
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California es la tierra natal de Meghan Markle quien mostró su entusiasmo por estar de 'regreso en casa' durante una conferencia virtual brindada la semana pasada desde su nueva mansión.
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La controversial pareja se mudó a California tras un breve tiempo en Canadá, ya que tras desvincularse de la vida monárquica pretenden retomar el trabajo de ella en Hollywood.
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Tras vivir varios meses en una mansión que les prestó el actor Tyler Perry, la pareja finalmente adquirió esta lujosa propiedad de unos 1.350 metros cuadrados y que está emplazada en un terreno de casi tres hectáreas de superficie.
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Además de la residencia principal, también hay una casa de invitados.
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Los duques de Sussex sacaron una hipoteca para comprar la mansión valorada en 14 millones de dólares pese a la deuda que tienen en el Reino Unido por las lujosas remodelaciones de su hogar en Frogmore Cottage.
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Según medios estadounidenses, la lujosa mansión está a nombre de Meghan Markle.
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La pareja tendrá como vecinos a estrellas como Oprah Winfrey, Ellen DeGeneres o Ariana Grande.
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La lujosa residencia, de estilo mediterráneo fue bautizada como El castillo de Riven Rock por su anterior dueño, un empresario ruso que la adquirió en 2009 por 25,3 millones de dólares y que intentó venderla en 34 millones de dólares en la última década.
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Foto: La Prensa
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Meghan y Harry presentaron una demanda en julio pasado en los juzgados de Los Ángeles (EE.UU.) contra los paparazzi que sobrevolaban drones sobre su residencia temporal en Los Ángeles para obtener fotografías e imágenes de su vida íntima, por lo que el traslado a Montecito se entiende como un intento de buscar una mayor privacidad.
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En su denuncia aseguraron que algunos paparazzi llegaron a volar drones 'a apenas 6 metros' de su casa y en ocasiones hasta 'tres veces al día'.