Los devastadores incendios que arrasan Indonesia desde hace semanas tiñeron de rojo el cielo de la isla de Sumatra y han empeorado la calidad del aire del archipiélago, poniendo en riesgo a millones de personas.
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Imágenes captadas por residentes de Sumatra se viralizaron en redes sociales al mostrar los cielos de la ciudad de Jambi bajo un homogéneo tono rojizo con una densa bruma.
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'Esto no es Marte. Es Jambi. Los humanos necesitamos aire limpio, no humo', denunció el usuario de Twitter Zuni Shofi Yatun Nisa.
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La Agencia de Climatología, Meteorología y Geofísica de Indonesia (BMKG) atribuyó al fenómeno de la 'dispersión de Rayleigh'.
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En el caso de Jambi, las tonalidades rojas están provocadas porque la nube de humo que emana de los incendios se halla en una altitud elevada de la atmósfera y filtra los tonos azules de la luz del sol al tiempo que permite el paso de los tonos rojizos, ya que éstos tienen una longitud de onda mayor que las partículas del humo.
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La calidad del aire fue clasificada como 'nociva' en varias poblaciones de las islas de Sumatra y Borneo, las más afectadas por los incendios, lo que ha obligado a sus habitantes a permanecer en lugares cerrados, según el índice que publica la plataforma Air Visual.
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Las imágenes de satélite muestran una capa de humo 'muy densa' sobre Jambi, especialmente en los terrenos de turbera, un suelo rico en carbono que emite grandes cantidades de gases contaminantes al quemarse y en el que se produce cerca de una tercera parte de los fuegos, indicó la Agencia.
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Los incendios arrasaron más de 328,700 hectáreas en el país hasta septiembre, mes en el que se intensificaron los incendios y el humo, que ha alcanzado a Malasia y Singapur, obligó a cerrar miles de escuelas y cancelar cientos de vuelos.
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Más de 29,000 bomberos, voluntarios y funcionarios de otras agencias participan en las tareas de extinción de los incendios, en su gran mayoría provocados para abrir paso a plantaciones como el aceite de palma durante la temporada seca, que da comienzo en septiembre y este año es la menos húmeda desde 2015.
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Aquel año, el fuego arrasó una extensión de 2,6 millones de hectáreas, lo que suscitó una serie de medidas gubernamentales para proteger y restaurar los bosques protegidos y las turberas.