Con un oficio dominado por hombres, diez misquitas se ganan la vida

Diez mujeres curtidas por el sol trabajan varias horas al día en la elaboración de nasas. El trabajo no es muy costoso, aunque tuvieron una capacitación para poder ingresar al oficio.

Mujeres de todas las edades han roto estereotipos y se han lanzado a realizar labores como la elaboración de nasas para pesca, un oficio dominado por hombres.

El martillo y los clavos están siempre en las manos de estas arriesgadas mujeres misquitas que durante el día se dedican a construir las nasas, para llevar el sustento a sus hogares.

Las mujeres en su mayoría son madres solteras de escasos recursos económicos, que vieron en un taller cercano a sus hogares, una oportunidad para ganarse la vida.

Jovencitos también se han involucrado en los trabajos de construcción de nasas, algunos de ellos son hijos de las mujeres quienes los llevan como ayudantes.

No importa si hay sol o lluvia, las trabajadoras de las naseras siempre están en sus puestos de trabajo, ya que ganan por cada nasa que construyan.

Los niños ayudan mayormente en colocar el producto terminado, y en la elaboración de la mezcla de concreto que llevan las nasas.

Las nasas son llevadas en las embarcaciones pesqueras y luego lanzadas al mar para la pesca. La demanda en grande y las mujeres deben tener listo el pedido.

La pesca por nasa ha aumentado en los últimos años, cada vez más embarcaciones salen a faenar al mar Caribe del muelle de cabotaje de La Ceiba.

Las nasas, generalmente hechas de madera, se utilizan para atrapar crustáceos como langostas y cangrejos. Todas tienen una entrada a través del cual se atrae a un cangrejo o una langosta con cebo, pero no pueden escapar. Son lanzadas a la profundidad por los pescadores, unas horas después son subidas con la pesca.