Silvia Pinal protagonizó una de las películas más controversiales de la historia del cine mundial: Viridiana (1961). Esta obra, dirigida por el reconocido cineasta Luis Buñuel, no solo marcó un hito artístico, sino que también provocó un escándalo internacional que llevó al Vaticano a condenarla públicamente y a las autoridades franquistas en España a censurarla.
Basada en la novela Halma de Benito Pérez Galdós, Viridiana es una mezcla de tragedia, ironía y crítica social, características distintivas de Buñuel.
La trama sigue a Viridiana, una joven novicia que visita a su tío Jaime antes de tomar sus votos religiosos. Sin embargo, la visita toma un giro inquietante cuando Jaime, obsesionado con el parecido de su sobrina a su difunta esposa, intenta seducirla. Tras arrepentirse, inventa una mentira devastadora: le hace creer a Viridiana que la ha violado. Con el corazón roto, ella abandona el convento y decide dedicar su vida a la caridad.
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Pero lo que comienza como un acto altruista se convierte en un caos. Viridiana acoge a un grupo de indigentes en la finca de su tío con la esperanza de transformar sus vidas. Sin embargo, su buena voluntad se ve traicionada cuando los indigentes abusan de su confianza, saquean la casa y desatan el desastre. La película, cargada de simbolismos y metáforas, retrata temas como la hipocresía religiosa, las fallas del altruismo y la complejidad de las relaciones humanas.
Duras críticas
El escándalo en torno a Viridiana estalló incluso antes de su estreno oficial. La cinta generó una reacción inmediata por parte de la Iglesia Católica, específicamente del periódico oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, que la calificó de blasfema y profundamente ofensiva.
La condena se centró en una escena específica que fue vista como un ataque directo a la religión: los indigentes acogidos por Viridiana recrean una versión burlesca de la Última Cena, una representación que se consideró irrespetuosa y sacrílega.

La censura franquista en España, alineada con los valores de la Iglesia Católica, también reaccionó con fuerza. Aunque inicialmente la película había sido aprobada para representarla como un logro cultural español en el Festival de Cannes de 1961, las autoridades españolas se retractaron tras las críticas del Vaticano.
No solo se prohibió su proyección en España, sino que también se ordenó destruir todas las copias existentes del filme. Afortunadamente, una copia logró llegar a Francia, lo que permitió que Viridiana ganara la prestigiosa Palma de Oro en Cannes, consolidando su lugar en la historia del cine.