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08:27 PM

Una llamada es suficiente

  • 05 mayo 2009 /

Varios vehículos llegaron antes que nosotros a la estación de gasolina. Utilizamos el mismo procedimiento y nuevamente el vendedor de hot dogs fue nuestro anzuelo; él contactó al mismo bombero que ya nos había vendido cocaína.

    Varios vehículos llegaron antes que nosotros a la estación de gasolina. Utilizamos el mismo procedimiento y nuevamente el vendedor de hot dogs fue nuestro anzuelo; él contactó al mismo bombero que ya nos había vendido cocaína.

    Cuando regresamos, el narcobombero, con semblante molesto, dijo: 'Ésta es la última vez, no tengo más, así que no vengan a buscar...'

    En el trayecto de regreso el vendedor de hot dogs nos dijo a los periodistas encubiertos que si regresábamos otro día él nos haría un contacto en otro lugar.

    Al día siguiente, a las nueve de la noche, retornamos a la gasolinera donde hicimos el contacto con el vendedor de hot dogs.

    La afluencia esa noche era mayor. Era fin de semana, el número de carros y de vendedores de hot dogs también era superior.

    Nos estacionamos e hicimos lo mismo que la noche anterior: comprar licor y esperar.

    La operación no fue tan fácil como la primera noche. Nuestro contacto no estaba en la zona y los otros vendedores de hot dogs estaban a la defensiva.

    El mismo contacto

    Pronto 'banderearon' nuestra presencia y se mostraban temerosos.

    Detectamos que estaban nerviosos; sin embargo, no dimos marcha atrás y seguimos en el lugar.

    A las diez de la noche llegó nuestro contacto, el vendedor de hot dogs que la noche anterior le había comprado cocaína a su cómplice en la otra gasolinera. Nuestra misión era corroborar que lo vivido la noche anterior no era casualidad, sino el modus operandi de esta red del narcomenudeo.

    Así fue. El hombre llegó y nos saludó, mientras sus otros compinches -también vendedores de hot dogs- lo cuestionaron y en nuestra presencia le dijeron que no era sampedrano porque conversaba con nosotros.

    Al inicio intentó cambiar su actitud, pero después que lo invitamos a una cerveza fue el mismo campechano de la noche anterior.

    Después de varios minutos le dijimos que si nos conseguía nuevamente un gramo de coca. El vendedor dijo: 'Déjenme que llame y ya les confirmo'.

    El hombre agarró el teléfono y llamó, ya en avanzada teníamos listo el otro equipo de trabajo en la gasolinera donde se nos vendería la droga.

    Una señal bastó para que estuviéramos listos, en minutos llegamos hasta el lugar. Eran las once de la noche.

    El bombero hablaba por teléfono y después de un rato se concretó la operación.

    El vendedor de hot dogs le entregó el dinero y el supuesto narco sacó la droga de la bolsa de su pantalón. La transacción se hizo en cuestión de un minuto.

    Cuando salíamos de la gasolinera apareció una patrulla motorizada que nos ordenó bajar del carro para realizar un registro.

    A esas alturas ya habíamos comprobado que comprar cocaína en algunos lugares de San Pedro Sula es tan fácil como adquirir un galón de gasolina o un aditivo.

    Una semana después el bombero fue apresado por agentes de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico. Él se encuentra en prisión a la espera de la audiencia preliminar, donde se determinará si va a juicio oral o sale libre.

    Mientras tanto, el vendedor de hot dogs continúa sirviendo de contacto a los que se 'suicidan' poco a poco consumiendo ese polvo maldito.

    Los gramos de droga comprados para este trabajo periodístico fueron entregados a agentes de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico.