Detrás de Oliver Queen, el sexi arquero vengador de la serie Arrow, existe un enorme corazón roto: el de Stephen Amell, actor canadiense que semana a semana roba suspiros de miles de mujeres alrededor del planeta.
Si bien siempre supo que quería dedicarse a la actuación, el joven de 31 años tuvo que sufrir el abandono del amode su vida para tomar las riendas de su carrera y convertirse en quien siempre quiso ser.
“Todo este despertar comenzó en diciembre de 2009. Estaba en una relación amorosa de varios años y terminamos. Me pegó mucho, hasta que un día me pregunté: ‘¿Qué me hace feliz en la vida?’. La respuesta fue: ‘Mi familia, mis amigos y actuar’”, recuerda el histrión.
Para ese entonces, Amell ya llevaba cinco años trabajando en su natal Toronto en exitosas series de televisión, pero todavía sentía que le faltaba algo. “Me enfoqué en lo que quería hacer con mi vida y aquí estoy. Jamás le agradecí a esa chica, pero por ella, al final, fui feliz”, asegura.
Similar a su personaje en serie
Amell comenzó poco a poco a unir los pedazos de su corazón con el mejor pegamento posible: participando en varios de los programas más exitosos de Estados Unidos, como CSI, The vampire diaries, Blue mountain state, NCIS: Los Ángeles y 90210.
A tres años de su ruptura sentimental, el canadiense probó la miel del éxito gracias a Arrow, serie basada en Flecha Verde, uno de los superhéroes más icónicos de los cómics y que tiene más de tres millones de televidentes. “Hasta ahora la fama ha sido buena conmigo y John Barrowman, quien sale conmigo en la serie, ha sido como un mentor para mí en ese aspecto. Él lleva ya un rato en este negocio y el mejor consejo que me ha dado es que no trate de alejar a la gente”, comparte.
“Desde que estoy en Arrow soy incluyente, soy amable y nunca les niego nada. Así, cuando les pido espacio, ellos me lo dan”.
De cierta forma, el actor volvió a encontrar el amor gracias a Oliver Queen, el personaje al que da vida en la serie y con quien, dijo, comparte mucho más que las ganas de ayudar a otras personas. “Somos similares en el sentido del humor y el sarcasmo”, señala. “Además, Oliver me ha enseñado que en la vida hay que ser directos, hablar siempre sin rodeos. Eso lo aplico a diario en todo lo que hago y me ha beneficiado mucho”.
Ahora que se siente pleno con su vida, Amell ya dirigió sus flechas a un nuevo objetivo: el cine. “La razón por la que antes yo no hacía películas es porque la verdad no me iba tan bien en mi carrera. Me la pasaba en Canadá y ahí no estaba tan comprometido con actuar como lo estoy ahora”, admite.
“Cuando llegué a Estados Unidos, en febrero de 2010, la televisión fue la que me conquistó primero, casi desde el inicio. Sé que encontré mi vocación aquí y realmente me siento preparado para hacer películas. ¡Ya no puedo esperar!”.