En la lengua hay dos posiciones relacionadas con la estabilidad del componente semántico. Una es lo castizo, ese principio que alega que la lengua se tiene que mantener en constante movimiento, pero siempre con las piezas léxicas propias. La otra es la purista, posición intransigente, que es más radical, no admite ninguna injerencia externa ni giros considerados como 'arcaicos, rústicos, dialectales o groseros'. Entre estas dos corrientes y acercándonos más al estructuralismo saussuriano la primera sería aceptable en parte, no en definitiva, porque ninguna lengua es inmutable, pero sí dinámica y aquélla sí habla del movimiento. Empero, todo idioma se va enriqueciendo con el ingreso de nuevas voces tengan o no equivalentes propios.
'Los trabajadores pasaron a degustar la cena'. Un verbo muy usado en los medios de comunicación es 'degustar', (probar, saborear con deleite alimentos o bebidas) como sinónimo de comer, o tomar alimentos. Pero no siempre las comidas se saborean con deleite, por aquellos de los gustos. Degustar y comer no son sinónimos, son afines.
Ingestión es ingerir, comer, deglutir o tragar alimentos. También tenemos 'ingesta' (del lat. ingesta, pasado participio de ingerir) cuyo significado es el resultado de ingerir. Si nos detenemos al origen latino de este verbo, ingerir, no está mal cuando alguien comenta que su amigo falleció por ingesta de alcohol, porque su deceso fue por haber ingerido, en pasado, esas bebidas. Pero no estaría bien: 'Se prohíbe la ingesta de alcohol', sino 'se prohíbe la ingestión de alcohol'; no obstante, 'ingestión' ya se está yendo al hogar de los sustantivos jubilados. Por ley de la evolución de la lengua, ambas formas son correctas.
'Gurmé', adaptación del francés 'gurmet', es un término bastante nuevo en el ambiente castellano y significa 'persona que gusta de comer y beber exquisitamente' y como adjetivo va aludido a algo propio del gurmé: 'El salmón es un plato gurmé', o sea, un plato de alta calidad. La palabra se hace necesaria en nuestro idioma por lo resumida que es; aunque aquí nadie afirma que fulano es un gurmé, sí decimos que 'el caviar es una comida gurmé' para indicar que este alimento es propio de gente con fino paladar alimenticio. Pero a veces no diferenciamos gurmé con gastrónomo. Gastrónomo es la persona que maneja a la altura el arte culinario, que tiene gusto para preparar comidas. Luego, gurmé y gastrónomo no son sinónimos.
Hay algo curioso, las palabras muchas veces marcan matices geográfico-sociales: nadie se pondría a pensar que en las comedores del mercado El Rápido venden platos gurmés; tampoco que en un estanco de un barrio marginal se sirven tragos gurmés. Comentamos que en un restaurante elegante de San Pedro Sula tienen un buen gastrónomo, pero jamás en un merendero - por lujoso que sea- de las zonas bajas de la ciudad. Luego, estos conceptos parecen 'privativos' de las personas con un nivel sociocultural elevado, y no para el hablante 'corriente'.