Su sueño de niña cuando se convirtiera en toda una mujer era ser modelo y a pesar de que los obstáculos en su camino no faltaron, Liliana Sacaza jamás se dio por vencida y ha logrado lo que tanto anheló en su infancia.
Pasó de ser una joven con ilusiones a una hondureña con metas concretas y a la que nada ni nadie ha detenido en la conquista de sus ideales.
El tiempo ha pasado y Liliana, a la que los missiólogos hondureños llaman “diosa de ébano”, se ha convertido en toda una modelo, ese mismo sueño que conquistó gracias a su inclaudicable perseverancia.
Ahora su vida se asemeja a una balanza. Su diario vivir transcurre entre Milán y Nueva York, en tierra italiana, por el trabajo que desde hace cinco años desempeña como modelo de exhibición para el grupo Zappieri, y en la capital del mundo porque su familia reside ahí y se siente orgullosa de ella.
Después de constatar el trabajo de Liliana, Vivir en Rosa conversó con ella de todos sus planes, de los secretos jamás revelados en una franca charla, de lo difícil que fue llegar hasta donde está y, sobre todo, de cómo una fiel exponente de la belleza criolla hondureña logró lo que para muchos era un sueño imposible.
La escultural morena aprovechó su permanencia en Italia hace días para dejarse captar por una fotógrafa rusa y plasmar a la otra Liliana, la modelo, en estampas que hoy son reveladas aquí y en exclusiva.
Vistiendo atuendos de las firmas Gucci, Pinko, Dolce&Gabbana, Topshop y Diesel, con un sobrio estilismo con maquillaje Chanel y la aptitud de una top model con una presencia fotográfica de impacto, hoy mostramos a Liliana, la escultural morena que ha conquistado los showroom italianos.
Génesis
Liliana es hija de un emprendedor hombre originario de Nueva Armenia, Jutiapa, y su madre es una mujer nacida en Trujillo. Sus raíces garífunas las tiene tan arraigadas en su sangre que aunque logre muchos éxitos en su vida, asegura sentirse orgullosa de ser garífuna.
Durante sus años de infancia Liliana mostró una personalidad desinhibida, espontánea, feliz y optimista. Poco a poco fue entrando a la adolescencia y justamente cuando cumple los 14 años su vida cambia al mudarse a Nueva York.
Ahí, rodeada de rascacielos, norteamericanos y tanto que ver y hacer, la chica llena de ilusiones se dedica a los estudios, pero no abandona su sueño de ser modelo.
Reina criolla
Años más tarde, exactamente en el 2000, vuelve a Honduras y gracias a su exotismo, carisma y desenfado para modelar ingresa a las filas del certamen de belleza Miss Honduras Universo.
Inmediatamente el diseñador Eduardo Zablah queda prendado de sus cualidades, que más de reina de belleza, a simple vista se podía palpar que aquella chica tenía auténtica madera de modelo.
Ese año la competencia entre las participantes fue muy fuerte y la corona se la llevó la sampedrana Flor de María García, pero al final de la noche para la que tanto se preparó aquella chica no todo el esfuerzo fue en vano.
El ímpetu, potencial y glamour que proyectó en la gala vestida en impecable traje blanco, creación del diseñador Marlon Rodríguez, hicieron que obtuviera un honroso tercer lugar, demostrando así que la carrera de Liliana estaba por comenzar.
Meses más tarde viajó a Alemania al certamen Top Model of the World, donde logra quedar en el cuadro de semifinalistas, y con esta experiencia en su haber gana mayor confianza en sí misma y en todo lo que estaba por llegar a su vida.
Nuevos rumbos
Tras finalizar esa etapa de miss, la exótica criolla dice adiós definitivo a su natal Honduras y regresa meses después a Nueva York en la búsqueda de su principal anhelo: las pasarelas.
“Traté mucho en NY, pero siendo un mercado muy difícil, no tenía tantas oportunidades” recuerda.
Tocó incontables puertas de agencia de modelos, en algunas no tuvo ni siquiera una respuesta, mientras que en otras le alimentaron falsas esperanzas que jamás se concretaron, pero ella nunca olvidó que el que persevera, alcanza.
Después de un tiempo, “por cosas del destino fui aceptada en una agencia de modelos de nombre Diva Models, que ya no trabaja como tal. El primer castin que hice con ellos fue para una agente de Milán que andaba buscando caras frescas para llevarlas a trabajar a Italia. Me fue bien porque fui una de las cuatro modelos que escogieron para ir a Milán”, recuerda.
Desde ese momento, Liliana comenzó a vivir su sueño. Al llegar a Milán, como era de esperarse, nada fue fácil.
“Son tantos cástines al día y muchas modelos de todo el mundo en busca de una oportunidad. Tuve la fortuna de tener una agente que creyó en mí y en mis posibilidades y con su ayuda empecé a trabajar como modelo”.
El debut
¿Cómo olvidar aquel día? Imposible. Liliana debutó en la pasarela más importante de Roma, Alta Moda Alta Roma, y modeló creaciones de alta costura, logrando así abrirse paso en medio de tanta competencia.
Ya han pasado cinco años desde ese gran día. “Ahora tengo cinco años trabajando en Milán y también de ser modelo estable para el famoso showroom del millonario gruppo Zappieri.
Esta empresa es una multimarca y uno de los showrooms más respetados de Italia, Giorgio Armani se apoyó a ellos en sus inicios en el mundo de la moda para mostrar sus colecciones a los más exigentes clientes de la industria”, afirma.
El trabajo de Liliana no se centra en desfilar en pasarelas de semanas de la moda europea. Va más allá. Consiste en exhibir las nuevas colecciones de los diseñadores que representa Zappieri a magnates de la moda de todo el mundo.
“Ellos llegan a hacer sus pedidos, a escoger lo que se va a vender en sus almacenes, y estoy simplemente feliz porque hago lo que siempre me ha gustado y por lo que he luchado”, recalca.
Ahora, la vida de esta orgullosa garífuna hondureña transcurre entre presentaciones, su familia, viviendo con intensidad su trabajo y viajando entre NY, Honduras y Milán para disfrutar de los que la han apoyado siempre y gozar aún más de su pasión por el modelaje profesional.