El nacimiento del tercer retoño de Kim Kardashian y Kanye West el pasado enero vino a completar la felicidad del matrimonio, padres ya de los pequeños North y Saint: cumpliendo su sueño de dar la bienvenida a otro bebé y convirtiéndoles automáticamente en familia numerosa.
Aunque la estrella televisiva no podría sentirse más agradecida con la sustituta gestacional que le ayudó a traer al mundo a su benjamina, Chicago, y no dudaría en recomendar la subrogación a cualquier persona como método de reproducción asistida, también tiene muy claro que ella solo recurrirá a esta vía una vez más como mucho.
Los motivos tras esta decisión no responden tanto a los sentimientos encontrados que experimentó al no ser capaz de gestar a su pequeña -'al final fue la mejor experiencia del mundo', insiste- como a su impresión de que un bebé más le impediría seguir compaginando su vida doméstica y su carrera sin que uno de los dos ámbitos se resintiera.
'No creo que pudiera manejarme con más', se justifica en su más reciente entrevista a la revista ELLE. 'En la actualidad ya me toca organizarme muy bien para exprimir al máximo mi tiempo, y además me parece muy importante en una pareja que la madre sea capaz de encontrar un hueco para dedicarle a su marido tanta atención como a los niños'.
El principal motivo de que hasta ahora haya podido disfrutar de la maternidad sin renunciar a su trabajo se debe al buen equipo que forma junto a su marido, y no solo cuando se trata de educar a sus hijos, sino también en el plano personal y a la hora de lidiar con su estatus de figuras públicas.
'Él me ha enseñado a mostrar con más firmeza mis opiniones. Y creo que conmigo ha aprendido a calmarse un poco y ser más cauteloso. El nuestro es un equilibrio bastante bueno', asegura Kim Kardashian con orgullo.