El príncipe Joaquín de Dinamarca y la francesa Marie Cavallier contrajeron nupcias ayer en una ceremonia marcada por la emoción de los novios en forma de lágrimas y sonrisas.
La boda, oficiada por el obispo de Copenhague y confesor real, Erik Norman Svendsen, congregó a 280 invitados, con representantes de las casas reales escandinavas, la familia de la novia y amigos de la pareja.
Esperando en el altar de la iglesia, decorada con motivos dominados por el blanco y el crema, Joaquín no pudo reprimir las lágrimas al ver entrar en el templo a la novia, que lució un vestido de corte clásico diseñado por la firma suizo española Arasa Morelli.
El hijo menor de la reina Margarita II se abrazó a sus hijos, los príncipes Nicolás y Félix, de 8 y 5 años y fruto de su anterior matrimonio con la condesa Alejandra, de la que se separó en 2005.
Durante la ceremonia, los novios no pudieron reprimir la emoción, especialmente cuando se besaron tras dar el 'sí'.
En su sermón, el obispo de Copenhague recordó a la pareja la importancia de tener en cuenta a los jóvenes príncipes y animó a Cavallier, que ahora pasará a ser princesa Marie de Dinamarca,
La reina Margarita, acompañada por su esposo, el príncipe Henri, eligió para tan importante cita un vestido largo rosa.
Pese a las palabras del obispo, el príncipe Félix, hijo menor de Joaquín, no pudo evitar dar alguna cabezada durante la boda.
Élite real
La familia real danesa estuvo representada por la reina Margarita II y su esposo, el príncipe consorte Enrique, y los príncipes herederos Federico y Mary.
De Suecia vino la princesa heredera Victoria y de Noruega, los príncipes herederos Haakon y Mette Marit y la princesa Marta Luisa, acompañada por su esposo Ari Behn.
Las hermanas de la reina Margarita II, la princesa Benedicta y la ex reina Ana María de Grecia, acompañada por sus 4 hijos, también estuvieron presentes.
Entre los gritos de 'hurra' de los cientos de curiosos que se concentraron en el exterior de la iglesia, Joaquín y Marie salieron andando del templo y se besaron en dos ocasiones.
Afuera esperaba una sorpresa, regalo del príncipe a su esposa: un elegante Bugatti de estilo clásico en el que la pareja recorrió el camino hacia el cercano palacio de Schackenborg, su futura residencia, donde descansarán con sus más íntimos hasta la celebración del banquete de gala, que fue de carácter privado.
El resto de los invitados se dirigió a un centro de exposiciones próximo, donde se celebró una recepción.