“Nosotros estamos bien, por ahora...”, y la responsable de Louis Vuitton, en la primera arteria comercial de Berlín, se gira significativamente para tocar madera, consciente de la crisis que atraviesa el sector. “Hemos tenido suerte y no sólo no hemos hecho rebajas, sino que hasta hemos subido dos veces los precios”, dice a DPA.
La firma francesa, del primer grupo del ramo del lujo LVMH, es una de las afortunadas que sobrevive bien a la crisis. Ha sabido vender su imagen a través de nuevas líneas de accesorios, joyas, relojes o perfumes que en épocas difíciles proporcionan mayores ingresos.
Resulta que cuando no hay dinero para permitirse un bolso de Chanel, las firmas han descubierto que el cliente se contenta al menos con la barra de labios de las dos “C” entrelazadas.
Pero son pocas las casas de moda que pueden practicar este concepto y así afrontar la crisis con menos pérdidas, como les sucede a las firmas pequeñas con una sola línea de prêt-à-porter o, incluso a una “maison” clásica de alta costura como Lacroix.
De las dos mil mujeres en el mundo que hace 20 años vestían “haute couture”, apenas quedan hoy 200, la mayoría multimillonarias árabes o rusas. En 1945 había un centenar de casas de alta costura, hoy reducidas a no más de una decena. Era el caso de Christian Lacroix, que el pasado mes de junio tuvo que declararse en quiebra.
Preocupante
Otro ejemplo de los cadáveres que está dejando la crisis financiera global es el mayor fabricante alemán de moda de lujo, Escada, que se declaró insolvente en agosto de 2009, después de años de problemas financieros por fallos de gestión. Habrá que ver si el magnate indio Mittal que lo ha comprado será capaz de reanimarlo.
Pero donde hay perdedores suele haber también ganadores. Y es que, dentro de lo que cabe, marcas “low cost” como Zara, del grupo español Inditex, o la firma sueca H&M, pueden salir ganando de la crisis. Las mujeres que podían adquirir de vez en cuando una falda de Armani ahora se lo piensan dos veces, y ante la duda, compran la copia de Zara.
Ése es el éxito de estas marcas: Zara puede producir la misma blusa de Prada en ocho días con un buen patronaje y material, pero en una cantidad que abarata la producción. Aunque ese grupo también está demostrando saber presentarse fuera como gama cada vez más alta y de ello se ha percatado la gente que practica el “Mix&Match” (combinar diseño con un básico barato) y hasta la revista Vogue. No hace tanto era impensable ver en ésta una prenda de menos de 200 euros, mientras hoy dan ejemplos hasta de cómo copiar un “look” de Gucci a bajo precio.
Y la coyuntura no resulta sólo negativa. “La crisis es terrible pero sana, la economía estaba fuera de control y algo tenía que pasar”, declaró a distintos medios alemanes el diseñador Lagerfeld, director creativo de Chanel, que hace un año tuvo que despedir a 200 empleados.
Por su parte, la italiana Donatella Versace ha afirmado en otros medios que con la crisis económica detecta “una gran oportunidad para la creatividad” en el sector. Asimismo los diseñadores Domenico Dolce y Stefano Gabbana opinan que la crisis ha puesto fin a “la euforia incontrolada” por las prendas más caras. “Habíamos perdido el sentido de la realidad” comenta Dolce.
¿Y qué remedios emplean los supervivientes? Lo que salta a la vista (y de lo que se beneficia el cliente) son las rebajas. En España empezaron incluso antes de Navidad y han caído ya hasta un 70 por ciento. La sueca COS, marca de H&M, ha rebajado repetidamente durante el año, al igual que otras firmas que utilizaron cualquier excusa para mandar invitaciones a sus clientes con descuentos especiales.
En Nueva York algunos diseñadores han retirado sus desfiles de las carpas oficiales de la próxima Fashion Week, algo que a medio millón de euros la participación supone un gran ahorro. Hay incluso quien la ha cancelado y como Viktor&Rolf, optado por ofrecer su desfiles por Internet. Marc Jacobs, director creativo de Louis Vuitton, no ha organizado su tradicional fiesta de Navidad, se están suprimiendo viajes de incentivos y se ha recortado gran parte de la publicidad.
La especialista española en información de estilo Carmen Fuentes explicó a DPA que aparte de la falta de dinero, en algunos casos el remordimiento es un factor importante en la bajada de ventas del sector.
“Las hermanas Koplowitz (Alicia y Esther, empresarias españolas) son unas de las pocas mujeres que compran alta costura, pero aunque mantengan sus mismos fondos, les retrae gastarse 30,000 euros en un traje hecho a medida en París, mientras mucha gente lo está pasando mal”.
Ahora, en medio de la crisis, cabe plantearse: ¿Qué futuro tiene el mundo de la moda? ¿Qué quedará del sector del lujo cuando acabe la crisis? Esa industria emplea a tantas miles de familias en el mundo que no parece fácil que desaparezca, consideran los expertos.
“Creo que el lujo es un concepto atemporal y civilizador, además de un factor de crecimiento cultural para la sociedad, y aunque ha acusado siempre los tiempos de crisis, los ha sobrevivido. Es de esperar que lo siga haciendo”, opina Melinda dEliassy, directora de relaciones externas de Chanel en España. Según ella, el lujo es “el reflejo de una época, a veces de ostentación, otras de austeridad, pudor o discreción”.
La directora general de Hermès-España, Beatriz González Cristóbal, recuerda en otros medios de comunicación que el lujo perdura en el tiempo, haya crisis o no: “tal y como lo entendemos en esta casa, es un concepto íntimo” y habla del olor de un perfume, del sonido del cuero en las tapas de una agenda, de acariciar la lana de cachemira.
“No creo que nada de esto sea temporal, porque son valores que no conocen la crisis”, defiende.
Un concepto del que Coco Chanel matizaba que no sería lo contrario de la pobreza, sino de la vulgaridad, pero que claramente varía en estas coyunturas.
Además, “en el momento en que todo vuelva a la normalidad, la mujer que se vestía en Dior volverá a hacerlo”, apunta Fuentes a DPA. “A la gente le gusta el capricho y cuando ha probado el lujo, no renunciará ya del todo a él”.