20/12/2025
08:26 PM

El cáncer le ganó la batalla a Soraya

Media sangre de la cantante colombiana Soraya Jiménez era libanesa y la otra media, colombiana. Empleó todas sus fuerzas y su voluntad para regresar de los vestíbulos de la muerte, que en 2001 quiso llevársela sujetada a un cáncer de seno igual de corrosivo al que cargó con su madre, su abuela, una tía carnal y ayer, pese a todo, con ella misma.

Media sangre de la cantante colombiana Soraya Jiménez era libanesa y la otra media, colombiana.

Empleó todas sus fuerzas y su voluntad para regresar de los vestíbulos de la muerte, que en 2001 quiso llevársela sujetada a un cáncer de seno igual de corrosivo al que cargó con su madre, su abuela, una tía carnal y ayer, pese a todo, con ella misma.

En 2003 volvió a la música y a la vida, siempre sensible a la condición humana y a la vida silvestre.

La amenaza mortal reapareció a sus 36 años de edad, se la llevó tras penosa agonía en un hospital de Miami.

Inicialmente sana y salva, Soraya se estableció en Florida, donde contó a El Nuevo Herald que estaba “echando raíces”.

Vivió en New Jersey y en Nueva York, pero solamente a Miami había comenzado a darle el título de hogar.

“Me fascina tener acceso a las playas, al océano, a la bahía, a todas las aves que se ven por aquí... Me puedo conectar de una manera contundente con la naturaleza’’, contó Soraya, quien en 2005 ganó el Grammy Latino a mejor disco de cantautor cuando ya brillaba en el firmamento colombiano, al lado de estrellas como Carlos Vives y Shakira.

Delgada, esbelta, de enormes ojos miel, brillantes y taciturnos, Soraya encarnaba la belleza de las mujeres de Cali, ciudad a la que pertenecían su corazón y gran parte de sus ensueños.

Aunque nació en Estados Unidos cuando sus padres, ambos caleños, fueron a buscar fortuna, regresaron, vivió allí entre los ocho meses de nacida y los ocho años de edad.

El clima tibio de primavera permanente, la luminosidad de Cali y evocaciones constantes de manjares, como las empanadas y los panes de queso, la mantenían atada a Colombia.

Esos antojos alimenticios los satisfacía en Miami y por eso aumentó su afecto por la ciudad donde quiso vivir y morir.

Lucha

Soraya era la figura latina más importante en la lucha contra el cáncer en Estados Unidos y se especializaba en encarnar campañas de información y asistencia médica oportuna para combatir el cáncer de seno.

A los 31 años le fue diagnosticada la enfermedad.

“No sabía cómo manejar la noticia”, contó a este periodista. Dejó su promisoria carrera artística en medio del recuerdo de la agonía de su madre, pero volvió restablecida a tomar su guitarra y resuelta a contar su historia con el propósito de alentar e instruir a mujeres enfermas.

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“Lamentablemente, todavía hay mujeres que fallecen” de cáncer en el seno, se lamentaba Soraya y advertía que solamente una cuarta parte de quienes padecen esa forma de enfermedad tienen antecedentes familiares y eso indica que no es necesariamente un mal hereditario e inexorable, como se cree en general en América Latina.

Reacciones

“Me da mucha pena porque ella estaba con mi misma doctora. Me sigue afectado su sufrimiento como si fuera el mío. Ella me ayudó mucho al comienzo de mi enfermedad que nos afectaba.”

Adamaris López

Actriz

“Quiero expresar mi pesar por la muerte de Soraya, una de las artistas más talentosas que ha dado la música hispana. Su sentido de humildad como artista y su tesón en los momentos más críticos han sido ejemplo”.

Olga Tañón

Cantante

“Nos sentimos muy tristes por el desaparecimiento de esta gran mujer que nos enseñó a luchar por la vida y darle una gran batalla al cáncer. Con su muerte sé que tengo que seguir su ejemplo para apoyar a las mujeres”.

Paty Manterola

Cantante

Fragmentos de su última carta

El camino no ha sido siempre fácil. La esperanza, los sueños y las ilusiones no han dejado nunca de estar presentes.

Sueños de los cuales ustedes han sido cómplices incondicionales, algunas veces caminando a mi lado, cantando conmigo, o llevando mi mensaje de esperanza a esos lugares a los que físicamente no he podido llegar.

Por eso, mil gracias.

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Gracias por abrir sus corazones a mi música. Sin sus oídos, mis canciones serían sólo un sueño.

Mi arte ha sido siempre por ustedes y para ustedes.

Espero que les permita sentir, pensar, apreciar, cuestionar, añorar y, sobre todo, amar.

No dudo que cada experiencia vivida, por simple o complicada que sea, ha contribuido a la sólida base de mi existencia.

Confío en que mi existencia dejará huella en la vida de ustedes, beneficiando en un futuro a muchas mujeres y que la luz de mi vida iluminará la de muchas familias más.

No hay dolor en vano porque la esencia de la vida consiste en trascender en los demás y en regalar el valor de mi experiencia.