El primer marido de Britney Spears, Kevin Federline, ha dado a la cantante hasta el final de la semana para aprobar su plan de instalarse en Hawái con los dos hijos que tienen en común.
Su abogado Mark Vincent Kaplan le ha pedido al de la cantante en repetidas ocasiones que envíe una carta o un correo electrónico declarando que ella está de acuerdo con esta decisión, pero eso aún no ha sucedido.
Kevin sostiene que la mudanza no debería suponer ningún problema porque él tiene la custodia completa, tanto física como legal, de los dos adolescentes de 17 y 16 años.
El traslado de la familia se debe a una oferta de trabajo que su esposa Victoria Prince ha recibido en el departamento de deportes de una universidad local y tiene que dar una respuesta definitiva lo antes posible.
Además, también quiere poner en orden los aspectos más prácticos de este cambio tan importante, como encontrar una nueva residencia de alquiler antes del inicio de agosto. A ese efecto, Kevin ha advertido que emprenderá acciones legales para pedir una orden de mudanza si Britney no responde antes del viernes a su petición.
Por otra parte, los documentos que ha presentado en los juzgados a través de su representante legal vienen a confirmar los rumores que afirman que la princesa del pop no ha visto a sus hijos en más de un año. La relación de Kevin con Britney ha sido muy complicada: él aseguró que apoyaba el deseo de su ex de recuperar el control sobre su vida, pero también opinó que su antiguo suegro Jamie Spears le había salvado la vida a la artista cuando se puso al frente de la tutela legal a pesar de que su famosa hija le detestara por ello.
El punto de ruptura entre ellos se produjo en 2022 cuando Kevin compartió en Instagram unos vídeos que sus hijos habían grabado años atrás, en los que se podía ver a Britney gritándoles. Su intención, aparentemente, era demostrar que los adolescentes habían “pasado por mucho” al lado de su madre, pero en cualquier caso, acabó borrando las publicaciones.
Britney, por su parte, reaccionó de la forma que se esperaría: lamentando que hubiera decidido airear un asunto privado, “y muy doloroso”, que deberían resolver en la intimidad.
