El artista puertorriqueño Bad Bunny fue demandado por presunto uso indebido de una vivienda que inspiró la emblemática “casita” presentada en su cortometraje Debí Tirar Más Fotos y en su residencia artística No Me Quiero Ir de Aquí.
La querella fue presentada por Román Carrasco Delgado, de 84 años, conocido como Don Román, originario de Humacao, quien asegura haber sido engañado para permitir el uso de su propiedad sin un consentimiento informado.
La vivienda, construida en la década de 1960 por Carrasco junto a su hermano y su padre, fue escenario del cortometraje que acompaña el más reciente álbum de Bad Bunny. Posteriormente, una réplica fue utilizada como pieza central en los 30 conciertos de su residencia artística en el Coliseo de Puerto Rico, donde asistieron figuras como LeBron James, Penélope Cruz, Belinda y Residente.
Carrasco afirma que firmó un documento en la pantalla de un teléfono móvil sin saber leer ni escribir y sin que se le explicaran los términos. Según la demanda, esa firma habría sido trasladada de forma digital a dos contratos distintos, lo que él considera un acto fraudulento.
La demanda, presentada por el abogado Juan R. Dávila, solicita: Una compensación de al menos un millón de dólares por daños emocionales y angustias mentales. La nulidad de los contratos firmados. El reembolso de los gastos judiciales. En algunos documentos también se menciona una cifra de hasta seis millones de dólares, incluyendo conceptos de enriquecimiento ilícito.
Carrasco denuncia, además, que desde la difusión del cortometraje —que supera las 22 millones de visualizaciones en YouTube— su privacidad se ha visto comprometida, ya que fanáticos visitan su casa diariamente para fotografiarla.
Hasta el momento, ni Bad Bunny ni sus representantes han ofrecido declaraciones públicas sobre el caso. El intérprete se prepara para una función especial transmitida por Amazon Music y para su próxima gira mundial Debí Tirar Más Fotos, que iniciará en noviembre en República Dominicana.
El proceso judicial plantea interrogantes sobre el consentimiento, la explotación de la imagen y los límites entre arte y propiedad privada. Don Román ha insistido en que su intención no es afectar la carrera del artista, sino recibir una compensación justa por lo que considera una violación de su confianza y de sus derechos.