Te has acostumbrado a que tu hijo haga progresos asombrosos: de repente habla con soltura, controla la micción, utiliza los cubiertos. Pero estos avances le han exigido renuncias y esfuerzos. Por eso no es extraño que a veces adopte conductas que ya tenía superadas y vuelva a pedir el chupete, a mojar la cama, a hablar como un bebé o a negarse a comer si mamá no le da cucharada a cucharada.
Necesita un respiro
Estas regresiones, que es como las llaman los psicólogos, suelen coincidir con una situación que a él le resulta difícil de afrontar, como la llegada de un hermanito, el inicio de la escuela o la existencia de tensiones familiares en casa. En estos casos necesita un respiro y busca regresar a la etapa en la que se sentía protegido, ese periodo en el que todo eran mimos y no había retos que superar. Este comportamiento es normal y no denota ningún retraso en su desarrollo. Tu hijo volverá al estado evolutivo que le corresponde cuando supere la circunstancia que le provoca inseguridad.
Es posible que a ti, como a la mayoría de los padres, te preocupe y te contraríe que tu hijo se comporte de repente como un niño pequeño y retome conductas que había dejado atrás. Has estimulado sus progresos, te han llenado de orgullo sus avances y, en parte, te sientes frustrada como educadora ante las regresiones.
Ayúdale a avanzar
Ante todo no debes preocuparte. Ten en cuenta que son trastornos pasajeros que se pasarán con el tiempo. Intenta conocer la causa, conversando con él y animándole a expresar sus sentimientos. Tu sensibilidad y consuelo junto con tus ánimos le ayudarán a salir adelante. Abrázale y dale muestras de cariño.
Madurar es una conquista ardua y tu hijo sólo retrocede para tomar impulso y continuar con sus avances. Si quieres ayudarle, actúa de este modo:
-Dale tu apoyo. Dile que entiendes que la situación le resulte difícil y cuéntale las ventajas que tiene: si le agobia ir a la escuela, explícale que va a hacer nuevos amiguitos y que va a aprender un montón de cosas divertidas. Si está celoso de su hermano, dile: “Es agradable ser un bebé, pero también es ¡muy aburrido! Él no puede hacer todas las cosas de mayores que tú sí puedes hacer”.
-Sé comprensiva y satisface, en la medida de lo posible, algunos de sus deseos. Si acaba de tener un hermanito y quiere que le trates como a un bebé, ¡hazlo! Prepárale un biberón, acúnale, cántale para dormirlo... Eso sí, deja claro que se trata de un juego. Pronto se cansará de actuar así.
-No te enojes con él. Las regresiones son pasajeras si las manejas con naturalidad.
-Reserva un tiempo todos los días para estar a solas con él y dedícalo a lo que más le guste: leer un cuento, jugar, ir al parque. Dile “vamos a tener nuestro rato especial juntos”; practica juegos adecuados a su madurez.
Para tomar en cuenta
Son normales
Las regresiones son una vuelta a etapas anteriores que parecían ya superadas pero que en ciertos momentos reaparecen. Ante determinadas situaciones (o ante determinadas personas) un niño con cierta independencia puede querer demandar la atención de sus progenitores comportándose como un niño pequeño, volviendo a gatear en lugar de andar o simplemente negando su autonomía no queriendo hacer las cosas solo. Aunque puede sonar preocupante, este comportamiento forma parte de su evolución normal.
¿Qué causa la regresión?
Estos retrocesos en el crecimiento del niño suelen coincidir con algún acontecimiento especial ajeno a la rutina a la que está acostumbrado. Y lejos de considerarlo un trastorno o una conducta negativa, debes verlo como reacciones a algo novedoso que le sorprende y ante lo que se siente inseguro. Por ejemplo la llegada de un nuevo bebé, una mudanza, la muerte de un familiar… empezar la escuela, conocer a caras nuevas o un divorcio.