Lars Sørensen es considerado el mejor jefe del mundo luego de encabezar la lista de los 100 mejores CEO publicada por la Harvard Business Review.
Sørensen gerencia Novo Nordisk, la compañía farmacéutica especializada en productos para tratar la diabetes y sus claves resaltan a simple vista y hacen que sea considerado el gerente operativo (Chief Executive Officer) más brillante del planeta.
“No me gusta que digan que tengo el mejor desempeño. Es muy estadounidense esa perspectiva, les gusta elevar a celebridades a las personas. Yo diría que encabezo un equipo que colectivamente está creando una de las compañías de mejor desempeño en el mundo”, asegura.
La gente primero
Contagiar a todo un equipo, hacer de la venta de insulina una misión de vida y vivir la misión en conjunto no es fácil, pero Sørensen lo logra con una tranquila pasión. Rige por consenso, es sensato, construye puentes con sus empleados.
“Se puede ser el mejor CEO del mundo y heredar una situación difícil. A veces alguien construye mejorías a través de los años y el héroe es el que viene después”, indicó al Harvard Business Review (HBR), cuyo listado pondera el resultado económico y otra buenas prácticas empresariales.
Desde que Sorensen asumió el cargo en 2000 estableció la meta de curar la diabetes en 15 años. Hoy acepta que está 15 años atrás pero persigue el mismo objetivo.
“Le digo a mis empleados que si curamos la diabetes, y eso destruye gran parte de nuestro negocio, podemos estar orgullosos. Conseguiremos trabajo en algún otro lugar y habremos trabajado en el servicio social más significativo en la historia de parte de una farmacéutica”.
Un solo producto
También transgrede la manera convencional de mercadear sus marcas. Muy pocas empresas venderían el mismo producto esencial en otros lugares del mundo a un valor asequible en cada mercado.
Sørensen observó, justo cuando comenzaba su labor de CEO, que los precios de los medicamentos para tratar el VIH-sida se habían salido de control.
Para evitar que eso le pasara a su empresa, fundó la organización sin ánimo de lucro World Diabetes Foundation (WDF) cuyo objetivo es analizar las fallas de muchos países en el tratamiento de la diabetes, financiada con un porcentaje de la venta de cada frasco de insulina que la compañía comercializa en el mundo.
Con ese capital, la organización hace donaciones que derivan en precios más asequibles en Asia, América Latina y África, y modula los precios para las necesidades de cada población. Además, vende sus productos tanto en marcas genéricas como de gama alta, algo que la inmensa mayoría de los empresarios del sector considerarían una herejía.
Muchos colegas le recomiendan diversificar, pues el 80 por ciento de su negocio depende de la diabetes, pero Sørensen cree que las empresas se deben dedicar a lo que saben hacer.
Respeto al ambiente
Novo Nordisk sabe producir insulina, pero lo hace con un estricto monitoreo de temas sociales y medioambientales.
“Si contaminamos nos imponen regulaciones más estrictas y seguramente eso traerá más costos en energía. Igualmente, si tratamos mal a nuestros empleados y no nos portamos como buenos ciudadanos corporativos, los gobiernos nos impondrán regulaciones altamente costosas”.
Harvard Business Review le dio en 2015 una especial importancia en su escalafón a las buenas prácticas empresariales, de sostenibilidad, de transparencia y gobernanza medidas por la empresa de investigación empresarial Sustainalytics.
Tan relevantes fueron que le costaron a Jeff Bezos, CEO de Amazon, caer 86 puestos a pesar de que económicamente es el número uno. Sørensen, por su parte, no es un líder típico, pero deja muchas lecciones sobre cómo romper el molde. A fin de cuentas, puede ser lo mejor para una compañía a largo plazo.
Y como si fuera poco, el danés gana menos que otros CEO de la lista ya que considera un desacierto que el jefe reciba millonadas y sus empleados crean que trabajan para “llenarle los bolsillos”. Claro sabe que devenga mucho más de lo que la mayoría de operarios haría en una vida entera.