17/04/2024
09:02 AM

La ingeniería genética recupera parte del brillo perdido

Un grupo de empresas redobla sus apuestas en este ámbito convencidas de que el enfoque sigue siendo prometedor.

Nueva York, Estados Unidos.

Aunque muchas grandes farma­céuticas abandonaron una tecnolo­gía genética que estuvo de moda, un reducido grupo de empresas re­dobla sus apuestas en este ámbito, convencidas de que el enfoque sigue siendo prometedor.

La tecnología busca desactivar moléculas llamadas ácidos ribonu­cleicos, o ARN, para impedir que tra­duzcan código genético a proteínas que causan enfermedades. Hasta 2010, casi todas las grandes farma­céuticas, como las estadouniden­ses Pfizer Inc. y Merck & Co., tenían equipos de investigación que traba­jaban en terapias que apuntaban a los ARN, pero desafíos técnicos para inyectar la droga en las células hu­manas llevó a muchas empresas a dejar de lado los proyectos.

Ahora, sin embargo, el interés se ha reanudado. La firma de biotecno­logía Alnylam Pharmaceuticals Inc. descubrió que dos de sus principales medicinas fueron capaces de reducir en hasta 90% la producción de una proteína que contribuye a una en­fermedad poco común del sistema nervioso.

Eso ayudó a convencer al gigan­te francés Sanofi SA y a su subsidia­ria Genzyme Corp. a pagar US$700 millones en enero por una parti­cipación de 12% en Alnylam, una prima de 21% sobre el precio de la acción en ese momento.

A cam­bio, Genzyme obtuvo el derecho de vender en algunos mercados fuera de Estados Unidos ciertos medica­mentos de Alnylam si son aproba­dos. La inversión expandió la socie­dad de investigación previa entre Sanofi y Alnylam.

“El constante bombardeo de da­tos clínicos, principalmente deriva­dos de los esfuerzos de Alnylam, ha convencido a la gente de que en rea­lidad podemos crear medicamentos con esta tecnología”, dice John Ma­raganore, presidente ejecutivo de Alnylam.

David Meeker, presidente eje­cutivo de Genzyme, explica que la empresa se sintió atraída por la ca­pacidad de Alnylam de inyectar las medicinas en las células de forma consistente y segura.

Alnylam prevé buscar en 2017 la aprobación de las autoridades de EE.UU. para su medicina líder diseñada para tratar la polineuro­patía amiloidótica familiar, una condición nerviosa hereditaria y a menudo fatal causada por una acumulación de las proteínas ami­loideas en los órganos.

Los medicamentos de Alnylam podrían fallar en las etapas poste­riores de los estudios. No obstante, señales previas de éxito están rea­vivando las esperanzas de trata­mientos de los ARN entre algunos inversionistas y ejecutivos de la in­dustria. La capitalización de merca­do de Alnylam se ha más que dupli­cado a US$4.700 millones durante los últimos 12 meses.

Muchas firmas y científicos per­manecen escépticos, notando que el éxito clínico de Alnylam y otras firmas se ha dado principalmente en enfermedades raras basadas en células en el hígado, que es más re­ceptivo que otras partes del orga­nismo a absorber medicamentos de moléculas grandes como las usadas para tratar los ARN.

Algunos docto­res dicen que no ha habido casi nin­gún avance en enfermedades como el cáncer que afectan a grandes seg­mentos de la población.

“Después de 30 años y todos los miles de millones de dólares inver­tidos, pensaría que estaríamos más avanzados”, dice Cy Stein, presiden­te de oncología médica y terapias ex­perimentales en el Centro Médico City of Hope, en California.

El entusiasmo en torno a esta tecnología llegó a su máximo en 2006, cuando los científicos que descubrieron la interferencia del ARN ganaron el premio Nobel y Merck acordó comprar Sirna Inc., un desarrollador líder de estos me­dicamentos, por US$1.100 millo­nes.

No obstante, la falta de resul­tados ha llevado a algunas grandes farmacéuticas a abortar o reducir sus investigaciones.

“Hay un enfoque mucho más racional y mesurado”, afirma Art Krieg, director científico de Sarep­ta Therapeutics Inc., que desarrolla medicinas de ARN. “Claro, por su­puesto que todavía hay algo de es­puma en esta historia, pero también hay sustancia real”, agrega.

Alnylam dice que la desilusión expresada por algunas compañías se convierte en ganancia para la em­presa. En enero, Merck le vendió por unos US$175 millones en acciones y efectivo a Alnylam la propiedad in­telectual y otros activos que había adquirido de Sirna, así como rega­lías a futuro.

El monto es una frac­ción de lo que la empresa estadouni­dense pagó en 2006.