Carlos Naranjo, vicepresidente de la Red Iberoamericana de Ciclo de Vida y uno de los conferencistas internacionales del Vigésimo tercer simposio latinoamericano de caficultura, destaca la importancia de cultivar bajo la normativa europea que entrará en vigor en 2020 para poder seguir accediendo a ese gigantesco mercado.
En este momento hay un tema de sostenibilidad muy importante en relación con el café, y son las huellas ambientales creadas por la Comunidad Económica Europea. Europa está trabajando, desde hace tres años, en la elaboración e implementación de una serie de normativas para que se consuma café que no cause ningún impacto ambiental en sus procesos de producción y preparación.
Honduras está trabajando en mejorar la eficiencia de la producción, pero bajando, representativamente, el impacto ambiental en toda la cadena de valor: cultivo, uso de fertilizantes y hasta en la preparación de la taza de café.
En términos de impacto ambiental todos han avanzado, pero en la cuantificación de las huellas ambientales por esta metodología que se llama análisis de ciclo de vida van adelante Costa Rica, que ha hecho un primer trabajo, y Perú. Colombia apenas está comenzando.
Bueno, cuando entre en vigor la normativa, en 2020, ya no comprarán más café que no tenga todos los sellos ambientales o huellas. La normativa específicamente dice que todo el café que se compre debe cumplir con esos requisitos orientados a buscar la sostenibilidad ambiental. Debemos recordar que este mercado es el mayor comprador de café de todo el mundo.
Son quince huellas, la de carbono, agua, cambio climático, acidificación o lluvia ácida, eutroficación, niebla fotoquímica, eutroficación al suelo y al agua (exceso de nutrientes), toxicidad (produce cáncer en humanos), toxicidad que no produce cáncer, material particulado, radiaciones ionizantes (asociadas a productos radioactivos), agotamiento de la capa de ozono, ecotoxicidad agua dulce, ecotoxicidad agua marina y ecotoxicidad terrestre.
Están trabajando más en la del cambio climático y la de carbono. Hay un centro construido, especialmente, para la mitigación del cambio climático en Costa Rica, se está comenzando uno en Honduras, y Colombia ha mostrado interés de hacer uno.
El líder es Alemania, que viene trabajando con la exigencia de los sellos ambientales asociados a las huellas desde 1978. Llevan un trabajo de casi 40 años; Italia y Suiza le han seguido el paso. Los grandes compradores y tostadores de ese continente ya están buscando implementar este tipo de normas.
Todavía falta mucho trabajo. Si nosotros no aceleramos el paso, el grano asiático nos desplazará del mercado, ya que ellos sí cuentan con esas huellas. En un futuro muy cercano la competencia ya no solo se medirá por calidad y precio, sino que también por el cumplimiento de requerimientos ambientales y sociales.
Sí, el Ihcafé me ha invitado a Honduras para trabajar esta parte y ya hemos impartido varias capacitaciones sobre este asunto. Debemos destacar que hay mucho interés de los productores y de distintos organismos.
No es difícil, es más un trabajo de documentación de todos los procesos que se realizan durante el proceso de cultivo y preparación de café. Lo difícil es incentivar a los productores a llevar un registro de todo lo que aplican a las plantas.