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Los robots se están quedando con algunos de nuestros trabajos

  • 28 julio 2015 /

Aunque son minoría, existen argumentos a favor de un futuro simbiótico entre el hombre y las máquinas

Washington, Estados Unidos.

La última cacería de brujas está en marcha y ganando inercia. Las brujas son la innovación rápida en la robótica y la computación, programada para reemplazar a los humanos en la realización de tareas cada vez más sofisticadas y, por tanto, para desplazar puestos de trabajo en todo el espectro de empleo.

La triste visión dominante es que la acelerada innovación tecnológica ha estado engullendo puestos de trabajo más rápidamente de los que está creando.

Con base en Ray Kurzweil, Elon Musk y otros, una vez que las máquinas artificialmente inteligentes puedan diseñar otras máquinas, los humanos se convertirán en una especie en peligro de extinción.

Parecemos estar suscribiendo a la estrecha visión que ubica al hombre y las máquinas en las mismas tareas. Pero hay una visión alternativa. Aunque son minoría, existen argumentos a favor de un futuro simbiótico entre el hombre y las máquinas.

Celebran lo que es singularmente humano (el significado y la creatividad) y que, en mi opinión, debería ser asunto principal de los humanos en primer lugar.

En un artículo reciente para TechCrunch, David Nordfors distingue entre una economía centrada en tareas y una economía centrada en humanos.

En la economía centrada en tareas, los humanos no tienen valor más allá de las actividades que realizan. Consecuentemente, son indistinguibles de las máquinas y serán reemplazados por ellas.

En la economía centrada en humanos, las máquinas liberan a los humanos de tareas predefinidas con resultados preprogramados. Esto les permite ejercitar el valor que emerge de colaborar con otros humanos en empresas creativas y abiertas.

En Reinventing the Sacred, Stuart Kauffman señala que los procesos mentales humanos de mayor orden están más allá de los algoritmos.

Elocuentemente describe cómo los algoritmos de las máquinas solo pueden resolver problemas constreñidos por supuestos preprogramados.

¿Por qué suscribo a sus visiones? Porque, como consultor, constantemente veo cómo la economía de tareas deshumaniza a la gente en máquinas glorificadas de algoritmos.

La mayoría de mis clientes ha olvidado cómo resolver problemas que no son manejables por algoritmos.

En el siglo XXI, crear significado e innovar será democratizado a través de la tecnología. Estamos al borde de eliminar para siempre la última forma de esclavitud humana: el trabajo algorítmico insignificante, deshumanizante.

Cualquier actividad que tenga un resultado que pueda preprogramarse o incluso adivinarse eventualmente debería ser realizada por una máquina.

Se debería dejar que los humanos se encarguen de empresas abiertas que generen nuevo valor orgánico.

Como lo supuso Peter Drucker, la efectividad debería ser una búsqueda humana, mientras que la eficiencia debería delegarse a las máquinas.