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Educación para la sostenibilidad

  • 21 enero 2020 /

Julio Gom, director Asociado de Proyectos de Fundahrse, comparte la experiencia de su padre, un militar del ejército nacionalista chino

San Pedro Sula, Honduras.

Cuando mi padre (un militar del ejército nacionalista chino) salió de su país en 1949 su primera escala fue la isla de Formosa (hoy Taiwán) una isla tan pobre y miserable decía el, que prefirió continuar su camino y llegó a Honduras y en los minerales de San Juancito en Tegucigalpa inició (como todo chino) sus negocios de abarrotes y restaurantes.

Pasaron ventiseis años y una vez que me vio graduarme de bachiller decidió (como todo chino) regresar a morir a su tierra, hizo el mismo recorrido de retorno y la sorpresa es que aquella isla pobre y miserable era ahora una de las 30 mayores economías mundiales.

¿Qué había sucedido en tan corto tiempo? La respuesta fue simple. Taiwán a pesar de destinar enormes recursos para su defensa territorial apostó en elevar el nivel educativo a secundaria completa para toda su población.

Esto significó un enorme esfuerzo para la formación docente, recursos para infraestructura, equipos, tecnologías, además de planes de estudio orientados a abrir al mundo la siempre cerrada cultura china.

El ejemplo es claro, la educación es clave para la Sostenibilidad de una sociedad. Lo demuestra el Informe 2019 de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el desarrollo que si bien muestra a Honduras con un ligero avance es insuficiente para las necesidades actuales y futuras de nuestra población.

Particularmente en educación el reto es enorme. Tenemos el segundo nivel más alto de promedio de docente por alumnos (26) y la misma posición en cuanto al acceso de internet en las escuelas primarias.

Por otro lado, datos de la Secretaria de Educación señalan que cerca de un millón de jóvenes no asisten a las aulas (el 30% de la población apta para estudiar) y dentro de los que estudian el 18 % tienen condiciones de sobre edad (es decir han repetido al menos un año de su vida escolar).

Este panorama es retador para toda nuestra sociedad. Nos obliga primero a que, como familias aceptemos nuestra responsabilidad de que nuestros hijos tengan un mejor nivel educativo que el nuestro, segundo que nuestras instituciones acepten la importancia de estimular los cambios educativos y los incentivemos.

En el contexto actual de la cuarta revolución industrial es un imperativo que nos obliga a una rápida adaptación de nuestras mentes y organizaciones.

Tercero que este es un esfuerzo común donde nadie se debe quedar atrás. Nuestro país ha aceptado la Agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para que en los próximos diez años superemos nuestro estado actual, ¿estamos dispuestos a cumplir con ese desafío?

Julio Gom, director Asociado de Proyectos de Fundahrse.