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Alemania se proclama modelo del mundo, pero el orgullo precede a la caída

  • 27 septiembre 2014 /

Marcel Fratzscher, presidente del Instituto de Investigaciones DIW de Berlín, afirma que su país está 'en declive' y 'vive de las rentas'.

Berlín, Alemania.

Desafiando los elogios generalizados a Alemania, especialistas de primer plano advierten de que las cifras macroeconómicas esconden flaquezas que amenazan con hundir la mayor economía de Europa.

'La economía de este país es un fracaso. Su crecimiento desde el año 2000 es inferior a la media europea. Los salarios aumentaron con menos rapidez, y la pobreza, al alza, afecta a un niño de cada cinco'.

Así comienza el retrato de la primera potencia económica europea, firmado por el economista alemán Marcel Fratzscher, en un libro que se publicará el lunes.

Cuando el mundo entero elogia el modelo alemán atendiendo a las cifras macroeconómicas, Fratzscher, presidente del Instituto de Investigaciones DIW de Berlín, y otros economistas de renombre se han propuesto terminar con unos estereotipos tan elogiosos como 'peligrosos'.

Fratzscher afirma sin rodeos que su país está 'en declive' y 'vive de las rentas', en su obra 'La ilusión de Alemania' ('Die Deutschland Illusion').

Según destaca, la renta media de un hogar alemán ha bajado un 3% desde el año 2000. Esta caída es del 5% para el 10% más pobre de la población.

Cierto es que desde la crisis financiera de 2009, Alemania, considerada 'el enfermo de Europa' hace unos diez años, se ha recuperado.

Su excedente comercial de cerca de 200 mil millones de euros en 2013 es la prueba de una competitividad excepcional.

El número de desempleados ha pasado de más de cinco millones en 2005, cuando llegó al poder la canciller Angela Merkel, a menos de tres millones en la actualidad.

Y gracias a la mejoría de las cuentas públicas, Merkel ha presentado un proyecto de presupuesto federal para 2015 en equilibrio por primera vez desde 1969.

Falta de inversiones
Sin embargo, esto no debe ocultar 'las debilidades fundamentales de la economía alemana', empezando por 'su tremenda falta de inversiones'.
Éstas pasaron del 23% del Producto Interior Bruto (PIB) a comienzo de los años 1990 a 17% en la actualidad, por debajo de la media de los países industrializados (20%).

Y es que para restablecer sus finanzas, Alemania ha recortado la inversión pública, justo cuando las empresas privadas hacían lo mismo.

Todo esto 'propicia un crecimiento y unos salarios débiles', explica Fratzscher, que advierte de un empeoramiento si no se cambia la política actual de rigor presupuestario.

Según Olaf Gersemann, jefe del servicio económico del grupo mediático Welt, asistimos 'al canto de cisne de una gran nación económica'.

Gersemann, autor del libro 'La burbuja de Alemania', ('Die Deutschland Blase'), está convencido de que en estos años el país está aprovechando una conjunción de 'circunstancias muy favorables', que 'van a desaparecer muy pronto'.

'El orgullo precede a la caída'
El especialista relativiza los éxitos alemanes observando que en términos de crecimiento, en los últimos 20 años su país se sitúa el 156º en una lista de 166, justo detrás del archipiélago de Tonga, y junto a países como Italia, Portugal, Ucrania, Haití o Grecia.

El autor desmonta también el mito de las reformas del Estado providencia, acometidas a comienzos de los años 2000 por el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, a las que se le atribuyen los éxitos actuales.

Según él, estos éxitos se deben más bien a la poderosa industria del automóvil y a las empresas fabricantes de maquinaria, bien posicionadas para aprovechar la emergencia de una amplia clase media en países emergentes como China.

Alemania también ha aprovechado el mayor consumo en los países vecinos, donde los salarios han aumentado más rápido.

Por último, el hundimiento de los nacimientos 'ha reducido considerablemente la factura de los hogares y del Estado', un factor ventajoso pero sólo a corto plazo.

En Alemania nacen cada año 700,000 niños, la mitad que a mediados de los años 1960. En 2050 se prevé que sea el tercer país más habitado de Europa occidental, por detrás del Reino Unido y Francia.

Según Gersemann, las grandes empresas no invierten más en Alemania porque 'están anticipando ya el envejecimiento demográfico'.

Desde el año 2000, el fenómeno de la desinversión ha afectado a nueve sectores industriales de 13.

El resultado es que la economía alemana se ha vuelto muy dependiente de sus dos sectores estrella: la maquinaria y el automóvil, que suman el 99% del excedente de cuenta corriente y se ven no obstante amenazados por competidores asiáticos.

'Alemania se proclama modelo del mundo, pero el orgullo precede a la caída', avisa Gersemann.