“Olé, olé... otro equipo, otro equipo...”, gritaban eufóricos los aficionados del Real Juventud, este humilde equipo de bajo presupuesto y candidato al descenso que humillaba a un pez gordo, el Real España, que perdía 2-0 en las postrimerías del encuentro, con nueve hombres.
Mucho antes de las expulsiones se veía más próximo un tercer gol patepluma que el descuento de la Máquina. Bueno, eso de Máquina resulta demasiado apodo para un club al que desnudaron y desdibujaron dejándolo reducido a chatarra.
Si somos honestos, las expulsiones no tuvieron nada que ver en el marcador, pero sí los dos errores fatales del arquero Macías.
El primero a los 38 minutos, un disparo de media distancia de Elmer Zelaya que le rebotó en el pecho al cancerbero españolista y quedó provocativo para que el Puma Grant probara nuevamente con un remate que se estrelló en el transversal.
A todo esto, la zaga españolista parecía petrificada, porque un tercer jugador del Real Juventud llegó en el contrarremate, era Samir Arzú, quien de cabeza martilló, para al fin, anotar ese gol tan resistido que abrió el marcador.
Real España quiso imponer su juego, pero sus atacantes eran fácilmente presa del fuera de juego y en otras ocasiones las pocas oportunidades que tuvieron de anotar las fallaron.
Plummer, la gran esperanza goleadora, pasó casi inadvertido en el partido y las dos oportunidades que tuvo frente al arco las falló. Su compañero Douglas Caetano, uno de los dos expulsados, antes de abandonar la cancha, también tuvo otra gran ocasión, pero el golero Sandro Cárcamo le robó el gol con una estupenda lanzada.
Los dirigidos de Mauro Reyes anotaron el 2-0, como dije antes, con otro error del golero Macías, quien en un disparo suave de Elmer Zelaya se le escurrió la bola entre los dedos. El uruguayo sólo veía cómo lentamente la esférica se enfilaba al fondo de la red.
Este tanto fue el acabose para los del técnico Mario Zanabria, que retornaba al banco del Real España y probablemente nunca se imaginó que el once que elegiría para abrir el torneo dejaría mucho que desear, en actitud porque la capacidad les sobra.