Real España celebra hoy su título número diez, pero la historia del recientemente coronado campeón del fútbol hondureño comienza desde la temporada anterior.
Debido a la crisis mundial del año anterior, el conjunto Real España fue perdiendo a sus patrocinadores importantes y se sumergió en una crisis económica.
Su directiva estuvo obligada a hacer una reestructuración de su numerosa plantilla.
Fue así que tuvieron que salir del club jugadores de la talla de Óscar “Pescado” Bonilla, Erick Vallecillo, Elder Valladares, Carlos Palacios, Martín Abaurre, Andrés Morales y al principio hasta Douglas Caetano, que no pudo quedarse en México, pero sí lo hizo Melvin Valladares con los Guerreros de Hermosillo.
Los jugadores de experiencia que supuestamente quedaban con el club eran el portero Marcelo Macías y el atacante Carlos Pavón, pero ambos con la condición de una baja salarial. El último no pudo continuar por lesión.
Fue así como empezaron a tener protagonismo jugadores principiantes que, si bien formaban parte de la plantilla, apenas habían tenido participación. Aparecieron Maynor Martínez, Hilder Colón, Alfredo Mejía, Gerson Rodas, Daniel Tejeda, Clayvin Zúniga, Christian Martínez y Luis Lobo, entre otros.
Éstos y otro grupo de jugadores, siempre jóvenes, pero con un poco más de experiencia, como Edder Delgado, Mario Martínez y Jairo Puerto, con los refuerzos Yobani Ávila, Sergio Bica y Julio “Palomo” Rodríguez, que había quedado de la temporada anterior, lograron armar un equipo competitivo.
Mario Zanabria siempre reconoció que su equipo era una verdadera incógnita y supo de su potencial en un partido amistoso en Costa Rica contra el Herediano que el equipo Real España ganó 1-0, jugando de gran forma.
En el torneo Apertura, la Máquina les dio la primera satisfacción a sus parciales al ganar su primer partido de visita y de forma contundente 3-1 contra el Vida de La Ceiba.
Pero al paso de los partidos y aunque se constituía en el equipo más goleador del torneo, sus problemas en defensa algunas veces terminaban pasándole la factura y hasta se puso en duda su ingreso en la liguilla.
Una vez clasificado a semifinales, el equipo seguía siendo una incógnita para propios y extraños por su inexperiencia, pero después de sortear los dos compromisos contra Marathón, al empatar el primero 2-2 y ganar el segundo 2-0 con mucho aplomo, los cipotes de Zanabria ya empezaban a mostrar la chapa de campeones.
Había quienes aún no le daban posibilidades al conjunto españolista contra Olimpia e incluso sus directivos al final lo reconocieron.
En el juego de ida de la final contra Olimpia, muchos creyeron que la experiencia del conjunto blanco se impondría a la inexperiencia de los aurinegros, que se amedrentarían en el Nacional con más de 30,000 gargantas gritando a favor del rival y en su contra.
Para sorpresa, el Real España se paró como el equipo que es, un grande, les jugó de tú a tú a los olimpistas y sin ningún tipo de complejo sacó un valioso empate 1-1 que para él fue toda una victoria.
Hasta entonces los papeles se intercambiaron y de posibles víctimas, los jugadores españolistas pasaron a ser los grandes favoritos para levantar la copa. Al final así fue: un gol de Christian Martínez en los últimos minutos del tiempo reglamentario les dio el empate 1-1 a los del gaucho Zanabria, que caían 1-0 con gol del argentino Ramiro Bruschi.
En el tiempo extra, Douglas Caetano, de cabeza, anotó el 2-1 para hacer estallar el estadio Morazán y darle la décima copa al conjunto Real España.