A veces mal querido por su filosofía de trabajo intenso, otras, incomprendido porque es muy exigente y perfeccionista, así es Jorge Luis Pinto, técnico de la Selección de Honduras, lo que le ha ocasionado más de alguna discrepancia con los propios jugadores de la Bicolor.
Pero lo que no se le quita al entrenador colombiano es ser un gran trabajador y llevar la etiqueta de un gran estratega.
En el Mundial de Brasil 2014 fue elegido por la Fifa como el quinto mejor entrenador del mundo, mención que le fue adjudicada por llevar a Costa Rica, un país de la Concacaf, a los cuartos de final por primera vez en la historia de una justa mundialista, algo que ni siquiera México, el monstruo del área ha podido lograr con todo su talento y con toda su infraestructura deportiva.
Pinto (63) nacido en San Gil, Colombia, vive otra etapa gloriosa de su carrera como entrenador, esta vez con la selección hondureña, carrera que empezó hace más de 30 años cuando dirigió por vez primera al club Millonarios de su país natal.
Jorge Luis Pinto ha vuelto a impresionar al mundo y poner en el mapa futbolístico a Honduras al llevar al combinado Sub-23 a las semifinales de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, superando lo alcanzado por su predecesor y compatriota, Luis Fernando Suárez, quien alcanzó a llevar a la H a los cuartos de final de los Juegos de Londres 2012.
Pinto alista al combinado catracho para el duelo de este miércoles ante Brasil.
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HA TENIDO PROBLEMAS
Pero no todo ha sido color rosa para un entrenador que desde que tomó las riendas de la selección adulta el 6 de diciembre de 2014 su camino ha estado lleno de espinas, sinsabores y frustraciones, al punto de que hasta hubo quienes pensaron que era mejor separarlo del cargo.
Como DT de Costa Rica en el Mundial de Brasil 2014 e estratega colombiano los llevó hasta a los cuartos de final.
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Se encontró un cambio generacional obligatorio, pero que con esta Sub-23 que enfrentará el miércoles a Brasil contra todos los pronósticos por la final Río, al parecer ha encontrado la base para soñar no solo con una medalla, sino también con otro Mundial.