Sería injusto juzgar ya antes del tercer partido a las grandes naciones, que en este Mundial de Sudáfrica están teniendo dificultades, porque la mayoría todavía puede pasar de ronda y eventualmente ir creciendo con el paso del torneo. Y al final podría ser campeón del mundo un equipo que yo ahora critiqué.
La realidad ahora es que todos tienen problemas. Los españoles, los ingleses, los franceses, los alemanes y, de inicio, incluso los brasileños. Es un Mundial poco convencional. Hay muchas explicaciones, disculpas, como las largas lesiones del brasileño Kaká, del español Torres, del inglés Rooney, por nombrar sólo a algunos jugadores de clase mundial. Pero no sólo es esto.
Sólo tengo una explicación. Los pequeños han mejorado y los grandes se han debilitado. Ahora muchos me contradirán porque al final se impondrá, a pesar de todo, un grande. Pero hay que mirar con atención a los asiáticos, Corea del Norte, Japón, Corea del Sur, que juegan buen fútbol y están capacitados para estar en la pelea.
Durante décadas y hasta el final del milenio era todo muy diferente. Entonces había una clara separación entre la fuerte Europa y la fuerte Sudamérica y el resto del mundo. Ahora todos están ahí. Los estadounidenses, los centroamericanos. Todos.
De nuevo mi respuesta a esta evolución: creo que los grandes han dado un paso atrás y los pequeños, un paso adelante. Ahora no hay diferencia. Eso se puede ver claramente. Los grandes están tan asustados que estamos viendo partidos horrorosos. Usaré a Francia como ejemplo. En el segundo partido, el 2-0 de México, los latinoamericanos se dieron cuenta de que en ese equipo algo no va bien.
Que futbolistas, como ahora los franceses, que han maravillado en otros torneos, de repente se queden parados ante la pérdida de una pelota es una señal de alarma. No estoy lo suficientemente cerca de los franceses.
Pero la expulsión del delantero Anelka por insultos a su entrenador Domenech es una señal inequívoca. No quiero criticar ahora a los ingleses tras el 0-0 contra Argelia. Porque todos han dado un paso atrás. Los llamados pequeños, de los que antes la gente se reía, ahora miran cara a cara a los grandes.