12/06/2025
01:18 PM

Las dos caras de Messi

Con la camisa de Barcelona es un monstruo que devora cuantos récords le ponen enfrente. Al cambiarla por la albiceleste se transforma en un ser inofensivo.

El inesperado nocaut de Argentina contra Venezuela (1-0) reabre el debate sobre Leo Messi. El jugador rosarino fulmina todas las marcas cuando defiende la camiseta del FC Barcelona, pero no puede hacer lo mismo cuando luce la Albiceleste.

Los analistas argumentan varios motivos por los que el crack es tan decisivo en un equipo y pasa poco menos que inadvertido en otro. Han llegado a comparar este inusual hecho hablando de “desdoblamiento” y citando casos como el novelesco del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

En cualquier caso, la sorprendente y chocante realidad es que Leo brilla con el Barça y se oscurece con Argentina.

Los números acumulados por la “Pulga” con una elástica y otra son más que elocuentes. Con la del FC Barcelona ha jugado 280 partidos y firmado 194 goles, con una media de 0.69 tantos por encuentro. Con la de su país ha jugado 65 y anotado 18 tantos y el promedio es de 0.27 tantos.

En otras palabras, con Argentina su potencial ofensivo desciende de forma alarmante si se compara con el que acumula con el del FC Barcelona.

Y comparando los títulos que ha ganado con una y otra camiseta, la distancia aumenta hasta límites insospechados: 17 a 2. Con el Barça lo ha ganado todo, desde ligas (5) a Champions (3) pasando por el Mundial de Clubes (1) y la Supercopa de Europa (2).

Con Argentina ha conocido las mieles del triunfo en dos ocasiones, pero ninguna de ellas con la selección absoluta. Se proclamó campeón del Mundial Sub-20 en 2005 en Holanda y se hizo con el oro olímpico en Pekín 2008. Sin embargo, con la selección A ha doblado la rodilla en dos Mundiales en 2006 y 2010 y dos Copas América en 2007 y 2011.

Varias razones pueden explicar esta doble versión del crack. Por un lado, la presión con que juega con su país. Argentina se encomienda a él para sacar adelante los partidos. Es el capitán, el faro del equipo, el jugador que puede desequilibrar en cualquier momento. Sin embargo, cuando al mejor jugador del mundo se le exige y obliga a marcar la diferencia si las cosas van mal, difícilmente puede sacar a relucir su talento. Es como si se bloqueara.

Messi, aunque profesional y uno de los mejor pagados del mundo, sigue jugando por el placer de jugar. Por divertirse. También por ganar, obviamente, pero principalmente porque jugando fútbol se encuentra mejor.

En el FC Barcelona no se le traslada esta presión u obligación de ser el mejor.

En las filas barcelonistas juega liberado, a su aire, suelto. Y en estas condiciones se muestra atrevido, seguro. En consecuencia, letal y decisivo. Su talento rebosa en cada acción, disparo, asistencia o pase al compañero. Messi en estado puro. Jugando dispensado, sin ataduras ni responsabilidades. Como a él le gusta.

Como él mejor se expresa sobre un terreno de juego.

Tampoco puede escapar que el argentino, en el FC Barcelona, está rodeado de jugadores que han dado cátedra. Es el caso de Xavi e Iniesta, por citar algunos. Compañeros, en cualquier caso, que han jugado más veces a su lado y, por lo tanto, lo conocen mejor. No hace falta que se miren.