Para el fútbol hondureño sería patético que este Olimpia fuera campeón. No tiene brújula, no tiene pegada, atrás no da garantías y su portero, que durante mucho tiempo fue un cerrojo, hoy es un coladero.
Desde hace varios años, de 2019 a 2024, cuando levantaba títulos domésticos cada cinco meses, advertíamos sobre el pobre nivel del campeón, lo cual fue refrendado por eliminaciones en Concacaf a manos de equipos chicos y sin jerarqía como el CAI, Estelí, Antigua o Águila.
Habría que remontarse muchos años atrás para precisar cuándo fue la última vez que Olimpia fue abucheado. El empate 1-1 del viernes contra Victoria es el corolario de lo ocurrido estas últimas semanas en las que ya suma cuatro partidos sin ganar y en los que apenas sumó tres puntos de doce posibles.
Anoche, los jugadores y el cuerpo técnico de Eduardo Espinel, en una escena que no se miraba desde los primeros años de los 80, se fueron recriminados y, muchos de ellos, insultados en su camino a los vestidores en el Morazán.
A su favor, a lo único que puede aferrarse el olimpismo insaciable de títulos es a su casta en finales, a que su pueblo lo lleve en volandas a la vuelta olímpica y que el retorno de Jorge Álvarez y Edwin Rodríguez le den la frescura y claridad que ha perdido su ataque.
De Motagua, poco que decir. Es un equipo canchero, mañoso, que juega con dientes apretados atrás. Nada más.
Lo único que lo vuelve peligroso es que aprendió a ganar con muy poco y que atrás sabe sufrir cuando le apedrean el rancho.
El caso de Real España es bien singular. En la recta final de los torneos le tiemblan las piernas. Se cae, se derrumba, le tiene miedo al éxito.
Sin duda, su falta de convencimiento es el freno de mano que le impide dar el salto y levantar la mano en las instancias finales del certamen.
Así ha ocurrido en los últimos años y en los dos últimos encuentros cuando en casa tuvo a su alcance el liderato en solitario si le hubiese dado una paliza a un Juticalpa que jugó con dos hombres menos más de medio partido y después cuando perdió el derbi contra Marathón.
Hoy, tras el traspié del Albo, la otrora poderosa Máquina, tiene la oportunidad de ser nuevamente el único puntero de la Liga Nacional.
Solo tiene que ganar. Pero, enfrente, tendrá a Salomón Nazar, un señor entrenador que es el verdadero rey Midas del fútbol hondureño y que con poco recurso potenció a un equipo, cuyo plantel es de segunda.
Ahora, Marathón. Este es un caso bien particular. A estas mismas alturas del torneo tendría 31 puntos y fuera cómodo puntero con un partido menos con relación a Olimpia, pero perdió siete unidades por sus cobardes cierres de partido y desconcentraciones fatales en los minutos de descuento.
En la segunda jornada, el Pollo Salázar parecía Courtois y lo paró todo, y en una jugada aislada, Victoria lo ganó al 85 en el Yankel con gol de Silva. Una semana después, Marathón ganaba 1-2 en el Nacional a Motagua, pero Giancarlo Sacaza lo empató al 92.
Después, en la novena jornada, Marathón vencía 3-2 a la UPN en el Yankel, pero Kilmar Peña les arrebató dos puntos en el 89 y, por último, en la jornada 12, la Sinfonía Verde derrotaba 1-0 a Motagua; sin embargo, un frentazo de Mathías Vásquez al 97 los dejó sin nada.
Son siete puntos que eran de ellos y se los dejaron quitar. Imperdonable, está bien que le suceda una vez, tal vez dos, pero más ya no. Al margen de sus lastimeros cierres de partido, juega mejor que los demás y si no se acobarda es el principal favorito al título.
Puede incluso ganar las vueltas. Hoy debe demostrar su hambre de título enfrentando a un Olancho que viene en franca recuperación y que afronta una nueva final en su objetivo de clasificar a la repesca.
Los panameños le han dado estampa, empaque y fortaleza al Monstruo. Manolo Keosseián es un viejo zorro, los jóvenes no se arrugan, Juan Anangonó da el ejemplo con su tesón, y Alexy Vega, con su zurda mágica, es el faro que alumbra el camino esmeralda hacia el centenario.
Si ellos se la creen, vienen días felices y de fiesta; sino, les quedará el sinsabor de dejar ir un título que está al alcance de su mano.