REDACCIÓN. Iniciar un negocio propio no es asunto fácil en Honduras, los problemas para lograrlo son tantos que imposibilitan las aspiraciones de muchos, ya sea por la solicitud de permisos para operar legalmente, inversión y logística. Pero cuando algo te apasiona eso pasa a segundo plano, la constancia se vuelve disciplina que atraviesa cualquier pared que impida conseguirlo. Para Diana Alejandra Sorto López, una sampedrana de 25 años, esto fue muy difícil.
“Fue mi sueño de toda la vida, yo no quería seguir trabajando para nadie más, queríamos emprender con mi novio; primero pensamos en emprender con una tienda de zapatos; sin embargo, luego nos cuestionamos el porqué no comenzamos con lo que tenemos y manejamos hace tiempo y con lo que tenemos mayor experiencia”. El interés por comenzar con una academia artística no fue resultado de la casualidad, sino que ha sido parte de la vida de Diana. Su centro de enseñanza denominado “Diana Sorto Dance Studio” fue fundado en agosto de 2022.
Su visión se basa en ser agentes de cambio, conseguir que grandes talentos tengan la oportunidad de crecimiento, enfocados en aquellos que no tienen la misma oportunidad económica, siendo su refugio donde la esencia personal sea la que prevalezca. “Queremos ser aportadores de la cultura; actualmente, estamos trabajando en conjunto con la fundación World Vision, tenemos tres niños becados de zonas de alto riesgo que han tenido un gran crecimiento y un gran desarrollo en estos seis primeros meses”, explicó Sorto con notable alegría.
Sus comienzos. El hecho que Diana se proyecte de esta forma es fruto de su gratitud. Entre sus recuerdos más nostálgicos hubo más de alguno que contribuyó a que su vida tomara un rumbo alentador, como cuando en sus momentos de infancia en la colonia Juan Lindo, la cual se caracterizó por la sana diversión, amor recibido por sus padres y hermanos.
A sus cuatro años de edad, a tan solo unos cuantos metros de su casa, se ubicaba la escuela de ballet CCDanza, propiedad de Flor Albergue, lo que le facilitaba ver cómo las niñas que estudiaban danza salían y entraban a recibir sus clase. “Un día de semana por la tarde, le grité, desde un muro de piedras que aún está allí, que yo quería bailar ballet y que podía bailar, entonces ella me dijo que fuera al ballet que ella me iba a becar. En ese momento dio inicio mi amor por el arte, lo llamaría mi más grande pasión”.
Sin duda, “la bondad es amor en acción”, facilitar las oportunidades de estudio a un niño puede crear una sociedad más culta e íntegra. Diana creció, y la vida le preparó un reto complicado. Su madre se enfermó y le tocó hacerse cargo de sus hermanos y de ella, porque su papá trabajaba todo el día. Ya no le quedaba tiempo para practicar danza, en ese momento también cursaba su último año de secundaria.
Salir de la academia que la formó fue muy impactante para ella, la tristeza por renunciar a su medio de expresión fue de los sucesos que la hicieron madurar personalmente. Diana pensaba si a futuro iba a tener otra oportunidad como la que algún día tuvo, pero la necesidad de trabajo para poder pagar la universidad y ayudar a su familia la obligó a esperar.
Experiencia. La oportunidad finalmente llegó, pero no como esperaba, en el 2017 comenzó a trabajar para Ángel Dance Academy como maestra, para ella fue algo mágico el poder regresar a la danza y compartir su conocimiento con las más pequeñas. Después logró conseguir otro trabajo en la Western International School (WIS), donde ostentó el puesto de directora del estudio de danza de la escuela, esta oportunidad la catapultó a ver las cosas de otra manera y crecer.
Gracias a este trabajo logró pagar su universidad para titularse como licenciada en Mercadotecnia y cumplir el mencionado sueño que Dios le permitió junto a su novio, Alex Luque, con quien abrió su propia academia. Actualmente funge como maestra de ballet, tap, flamenco, contemporáneo y jazz.
De igual forma, se ha certificado en cursos como maestra en diferentes partes del mundo, algunos aprobados por la Royal Dance Academy Of London. Además, cuenta con presentaciones en 30 obras de baile, y otras siete, siendo directora general. También participó con su academia en la competencia All Dance 2020 y en el Festival por el Día Internacional de la Danza recientemente.
Concepto. El significado de arte es diferente en los artistas, va precedido por sus vivencias y lo que ha valido su práctica o apreciación en sus vidas. Como su “mayor refugio” lo define la artista, sinónimo de libertad. “En mis momento de niñez fue mi mayor ejemplo de superación, sabía que podía dar más de lo que estaba acostumbrada y de lo que podía ver alrededor”, dice Sorto. La danza le enseñó a poder lograr todo lo que quisiera y soñara, cualquiera podría pensar que del arte en este país no se vive, pero ella logró graduarse y ha logrado establecerse gracias a ello, “la clave es el trabajo duro de la mano de Dios”, dijo.
“Mis vivencias personales, de hecho, han sido eso que me ha motivado a mantenerme firme en lo que quiero, a abrazar la danza con toda mi alma, eso es bailar, abrazar todo lo malo del exterior y convertirlo en movimiento, para mi llegar a mis clases de ballet, era olvidarme de todo en esa hora o aula solo existía mi movimiento y yo, así como la manera en que yo quisiera dar más de mí.
Cualquier arte o cualquier tipo de arte te permite manifestarse y sacar de manera positiva todo lo que llevamos dentro. Para mí, bailar es como ese filtro que puede purificar todo lo malo que se puede andar cargando y es la manera de decirte que puedes más”, finalizó.
