Para Mila Cahue, autora de “Amor del bueno”, las personas manipuladoras son muy capaces “de hacernos tocar el cielo y darnos un paseo por él”. Sin embargo, advierte, llegará un momento en que nos embauque tanto con su juego de seducción perverso que nos encontraremos diciendo “sí” a situaciones en las que a posteriori no entenderemos cómo pudimos aceptar.
1. Desconfiar de alguien si al poco tiempo de conocerte te dice que está enamorado de ti. No hay que fiarse, es mentira. Si no te conoce, solo puedes gustarle mucho.
2. No fiarse si tiene prisa por irse a vivir a tu casa, por decirle a todo el mundo que tiene pareja. La prisa ejerce presión y para tomar decisiones sin reflexionar.
3. Sospechar si se te encoge el estómago como cuando estamos ante una situación de riesgo. Es la forma que tiene el cerebro de indicarnos que por ahí no vamos bien.
4. Tampoco hay que confiar si empezamos a responsabilizarnos de su vida: de su trabajo, de sus hijos, de sus amigos... o, aún peor, de sus contratos, de sus papeles legales. Cada uno debe hacerse cargo de sus propios asuntos.
5. Ten todas las sospechas si te pide dinero o si empieza a vivir a tu costa. También si pasados los años no sabes cuánto gana, ni acceso a las cuentas de ambos, mientras que él tiene todo a su disposición.
6. Desconfiar si solamente cuenta historias de lo mala que ha sido la gente de su vida: padres, amigos, ex parejas... El victimismo tan solo pretende hacer que nos compadezcamos de él.
7. Ser cautos si somos personas responsables y honestas y vemos que el otro no lo es tanto: si es algo informal, despistado o se escabulle en algunas ocasiones con excusas. No debemos hacer de nuestra propia honestidad y coherencia nuestra propia trampa.
8. También puede ser llamativo que tu familia esté encantada con la relación. Normalmente existe un patrón familiar de ocultación de su verdadera personalidad. Están deseando que alguien “pique ya”, se lo lleve y se responsabilice de sus asuntos morales y legales, pues ellos llevan ya haciéndolo muchos años, demasiados.
9. Cuidado si le pillamos en alguna mentirilla. No suelen ser de las piadosas, sino la versión mini de las enormes historias que están contando. Por lo general pueden ser tan grandes, que no se pueden distinguir con claridad o, incluso, pasan inadvertidas.
10. Desconfiar cuando algún día descubramos una mirada extraña, un gesto enloquecido, y lo justifiquemos y lo defendamos y lo obviemos ante nosotros y los demás. Nos está utilizando y mostrando la punta del iceberg. EFE
1. Desconfiar de alguien si al poco tiempo de conocerte te dice que está enamorado de ti. No hay que fiarse, es mentira. Si no te conoce, solo puedes gustarle mucho.
2. No fiarse si tiene prisa por irse a vivir a tu casa, por decirle a todo el mundo que tiene pareja. La prisa ejerce presión y para tomar decisiones sin reflexionar.
3. Sospechar si se te encoge el estómago como cuando estamos ante una situación de riesgo. Es la forma que tiene el cerebro de indicarnos que por ahí no vamos bien.
4. Tampoco hay que confiar si empezamos a responsabilizarnos de su vida: de su trabajo, de sus hijos, de sus amigos... o, aún peor, de sus contratos, de sus papeles legales. Cada uno debe hacerse cargo de sus propios asuntos.
5. Ten todas las sospechas si te pide dinero o si empieza a vivir a tu costa. También si pasados los años no sabes cuánto gana, ni acceso a las cuentas de ambos, mientras que él tiene todo a su disposición.
6. Desconfiar si solamente cuenta historias de lo mala que ha sido la gente de su vida: padres, amigos, ex parejas... El victimismo tan solo pretende hacer que nos compadezcamos de él.
7. Ser cautos si somos personas responsables y honestas y vemos que el otro no lo es tanto: si es algo informal, despistado o se escabulle en algunas ocasiones con excusas. No debemos hacer de nuestra propia honestidad y coherencia nuestra propia trampa.
8. También puede ser llamativo que tu familia esté encantada con la relación. Normalmente existe un patrón familiar de ocultación de su verdadera personalidad. Están deseando que alguien “pique ya”, se lo lleve y se responsabilice de sus asuntos morales y legales, pues ellos llevan ya haciéndolo muchos años, demasiados.
9. Cuidado si le pillamos en alguna mentirilla. No suelen ser de las piadosas, sino la versión mini de las enormes historias que están contando. Por lo general pueden ser tan grandes, que no se pueden distinguir con claridad o, incluso, pasan inadvertidas.
10. Desconfiar cuando algún día descubramos una mirada extraña, un gesto enloquecido, y lo justifiquemos y lo defendamos y lo obviemos ante nosotros y los demás. Nos está utilizando y mostrando la punta del iceberg. EFE