Familia y Hogar
México.
Los hábitos que se adquieren desde pequeños generalmente perduran en la vida. Una buena alimentación en los primeros años es esencial para prevenir la obesidad infantil.
Raquel Solís Peña, especialista en nutrición, comparte que en los primeros seis meses, la alimentación, ya sea por seno materno, que es lo ideal, o leche de fórmula, debe calcularse de acuerdo al peso y edad del bebé.
La recomendación para que pueda crecer adecuadamente son entre cinco y seis tomas al día, y hay quienes agregan una más. “A los seis meses, el pequeño pesa 8 kilos, dependiendo de la genética, y va a requerir entre 640 y 680 calorías, que equivalen a las seis tomas diarias “, explica.
En esta edad, la alimentación con leche materna o fórmula no es suficiente para alcanzar los requerimientos nutritivos y es momento de darle papillas. Y se recomienda sustituir una de las cinco o seis tomas diarias, de preferencia en el almuerzo.
Cuando el niño pueda masticar y no batalle para comer solo, se deben incluir más alimentos sólidos y menos tomas de leche, menciona Solís Peña. “Al cumplir un año puede tomar leche de vaca”, asegura.
“Se recomienda que no sea antes de los 12 meses por la gran cantidad de proteína que contiene, y que el niño aún no puede metabolizar adecuadamente”.
Disminuye riesgos
Desde los primeros meses, el bebé puede ser propenso a la obesidad, sobre todo si la mamá insiste en que tome más leche de fórmula o papilla aun cuando ya no quiere. “Los primeros dos años son importantes para disminuir el riesgo de obesidad”, advierte Solís.
Cuando la mamá tiene una mala nutrición en el embarazo, el bebé se programa para esas condiciones adversas desde el vientre materno, porque no está recibiendo todos los alimentos y almacena más grasa.
Entonces empieza a tener problemas de adiposidad central (a nivel de la cintura), y esta predispone al síndrome metabólico, resistencia a la insulina y sobrepeso, y en caso de que la mamá sea resistente a la insulina o tenga sobrepeso, el niño tendrá mayor probabilidad de nacer con predisposición a la obesidad.
La actividad física también es importante a medida que va creciendo. “Todo lo que se va a almacenar de grasa dependerá de ese balance de energía, que es inadecuado si come más de lo que está gastando, y es cuando empiezan los problemas”, concluye Solís.
Los hábitos que se adquieren desde pequeños generalmente perduran en la vida. Una buena alimentación en los primeros años es esencial para prevenir la obesidad infantil.
Raquel Solís Peña, especialista en nutrición, comparte que en los primeros seis meses, la alimentación, ya sea por seno materno, que es lo ideal, o leche de fórmula, debe calcularse de acuerdo al peso y edad del bebé.
La recomendación para que pueda crecer adecuadamente son entre cinco y seis tomas al día, y hay quienes agregan una más. “A los seis meses, el pequeño pesa 8 kilos, dependiendo de la genética, y va a requerir entre 640 y 680 calorías, que equivalen a las seis tomas diarias “, explica.
En esta edad, la alimentación con leche materna o fórmula no es suficiente para alcanzar los requerimientos nutritivos y es momento de darle papillas. Y se recomienda sustituir una de las cinco o seis tomas diarias, de preferencia en el almuerzo.
Cuando el niño pueda masticar y no batalle para comer solo, se deben incluir más alimentos sólidos y menos tomas de leche, menciona Solís Peña. “Al cumplir un año puede tomar leche de vaca”, asegura.
“Se recomienda que no sea antes de los 12 meses por la gran cantidad de proteína que contiene, y que el niño aún no puede metabolizar adecuadamente”.
Disminuye riesgos
Desde los primeros meses, el bebé puede ser propenso a la obesidad, sobre todo si la mamá insiste en que tome más leche de fórmula o papilla aun cuando ya no quiere. “Los primeros dos años son importantes para disminuir el riesgo de obesidad”, advierte Solís.
Cuando la mamá tiene una mala nutrición en el embarazo, el bebé se programa para esas condiciones adversas desde el vientre materno, porque no está recibiendo todos los alimentos y almacena más grasa.
Entonces empieza a tener problemas de adiposidad central (a nivel de la cintura), y esta predispone al síndrome metabólico, resistencia a la insulina y sobrepeso, y en caso de que la mamá sea resistente a la insulina o tenga sobrepeso, el niño tendrá mayor probabilidad de nacer con predisposición a la obesidad.
La actividad física también es importante a medida que va creciendo. “Todo lo que se va a almacenar de grasa dependerá de ese balance de energía, que es inadecuado si come más de lo que está gastando, y es cuando empiezan los problemas”, concluye Solís.