Las personas que están expuestas al sol, las que poseen lunares grandes de nacimiento, las que tienen el cuerpo llenos de éstos y familiares con cáncer de piel, son quienes están propensas a padecer ese tipo de mal, aseguró el doctor José Francisco Espinal, del hospital Medical Center de La Lima.
Los lunares pueden ser verdes, azules, marrones y negros, con aspecto plano o con relieve, los cuales se producen por un exceso de pigmentación o por acumulación de pequeños vasos sanguíneos.
Tienen un carácter congénito, con la edad pueden desaparecer o hacerse mayores. No presentan ningún problema físico, aunque muchas veces suponen un problemas estético. Al darse cuenta que sangran o que cambian de coloración, tamaño o forma es cuándo debe hacer una visita al dermatólogo. Tras hacer un examen físico al paciente, sacar la lesión entera o una parte y ser analizado por el patólogo es cuando se sabe si es un tumor maligno para recomendar un tratamiento.
Las personas de piel clara tienen un riesgo mayor de desarrollar un cáncer de piel que las de color oscuro. Esto se debe al efecto protector de la melanina.
Los hombres, en comparación con las mujeres, tienen dos veces más probabilidades de padecer cáncer de células basales y tres veces más de desarrollar un cáncer de la piel de células escamosas.
Una persona con el sistema inmunológico debilitado tiene más probabilidades de desarrollar cáncer de piel no melanoma, como es el caso de los pacientes que han recibido un trasplante de órganos y se les ha administrado medicamentos que debilitan su sistema inmunológico para evitar que el cuerpo rechace el nuevo órgano.