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La Policía todavía no tiene pistas de masacre ocurrida

  • 16 noviembre 2009 /

Con indignación y resignación, los familiares de los jóvenes masacrados la noche del sábado en la colonia Villeda Morales llegaron a Medicina Forense a retirar los cuerpos de sus seres queridos.

Con indignación y resignación, los familiares de los jóvenes masacrados la noche del sábado en la colonia Villeda Morales llegaron a Medicina Forense a retirar los cuerpos de sus seres queridos.

Luego de pasar la noche frente a las instalaciones de ese entidad, con la esperanza de tener pronto el cuerpo de sus parientes, varios familiares de las víctimas obtuvieron lo buscado ayer durante todo el día con el fin de dar un digno sepelio a cinco de los seis acribillados.

Uno ingresó como desconocido a la morgue de esta ciudad por no portar documentos personales, además de no ser identificado por parientes.

Después de realizar las autopsias, el personal forense comenzó la entrega de los cuerpos, entre llanto, dolor, indignación y en algunos casos odio por parte de los dolientes.

Acción policial

La Policía Nacional Preventiva llegó al complejo deportivo de la colonia Villeda Morales el sábado, minutos después de ocurrida una matanza en la cual perecieron cinco personas. Otra víctima fue trasladada al hospital Mario Catarino Rivas de esta ciudad, quien al llegar al centro asistencial murió.

Según la versión de la Policía, se mantiene como móvil la rivalidad entre barras de equipos de fútbol; en este caso de la del Real España y la del Olimpia.

De acuerdo con los testigos, un vehículo negro, tipo turismo, entró a la cancha por uno de los portones hasta llegar al lugar adonde se encontraban los hoy occiso; del automóvil se bajaron tres sujetos y sin mediar palabras empezaron la masacre, dejando sin vida a cinco personas y un herido que murió pocos minutos después de ser auxiliado.

Algunos vecinos de la Villeda Morales escucharon los disparos, pero hicieron caso omiso, pues imaginaron que se trataba de quema de pólvora por la temporada navideña que se acerca. “Cuando escuché las explosiones pensé que eran cohetillos, porque casi todas las noches llegan varios muchachos a esa cancha a platicar y llevan pólvora”, dijo una vecina del sector.

Otros ciudadanos del sector indicaron que la zona no es tan conflictiva, pero es de tener cuidado porque a esas colonias llegan delincuentes de otros lugares, ya que aseguran que los residentes en el popular sector son personas dedicadas al trabajo y luchadoras; además muchos asisten a las iglesias.

Rivalidad

El jefe del distrito policial número 43 de la Policía Preventiva, Ciro García Velásquez, sostuvo que ellos mantienen como móvil la rivalidad entre las barras de equipos de fútbol.

“Actualmente nos hemos dedicado a realizar operativos en busca de los hechores de la masacre; pero mantenemos el móvil de la rivalidad de las barras”, señaló García.

Agregó que pese al trabajo que se está haciendo, todavía no hay detenidos ni sospechosos y que hasta el momento sólo se manejan otras hipótesis que serán las investigaciones las que las confirmarán o descartarán.

También dijo que en el sector Satélite se han registrado muchos delitos comunes, pero que ya existe un plan para evitar los ilícitos en el distrito 43.

“Estamos haciendo énfasis en las zonas conflictivas de este sector para evitar más violencia y eso lo lograremos con mayor presencia policial en las calles”, expuso.

Pese al bajo número de agentes que mantiene la posta policial, el esfuerzo es grande por parte de los elementos preventivos y con los que tienen asegura que estarán dando resultados.

Estudiantes

La mayoría de jóvenes asesinados eran estudiantes del Instituto José Trinidad Reyes y las edades oscilaban entre los 14 y 19 años.

Erick Ramón Velásquez, 14, estaba cursando el tercer curso de ciclo común y soñaba con ser policía, pues según su padre, Ramón Velásquez, Erick tenía planes de sacar bachillerato para ingresar a la Academia Nacional de Policía, Anapo. Después de las clases ayudaba a su progenitor en los trabajos de tapicería que hace en un pequeño taller de la colonia La Pradera.

“Mi hijo me ayudaba a trabajar y el sábado me pidió cien lempiras porque quería ir a comer con sus amigos, se los di porque pensé que se los había ganado al ayudarme”, dijo Velásquez.

Lamentó que la falta de valores morales lleve a las personas a matarse entre sí y peor por equipos de fútbol. “Yo dejo todo en manos de Dios porque sé que él será que haga la justicia divina”, confió.

Dania Quevedo, 19, otra de las víctimas, era madre soltera y además de ayudar a su progenitora en el hogar cuidaba a sus sobrinos y su niña de cinco años. Se dedicaba a practicar el fútbol en un equipo femenino.