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La ley de Los 'Cachiros' imperaba en Cayo Sierra

  • 29 agosto 2015 /

Cayo Sierra era el único lugar adonde los Cachiros se sentían seguros. Pobladores de la pequeña aldea de Colón resienten la partida de la familia Rivera Maradiaga.

Tocoa, Colón.

Cayo Sierra es un pueblito de calles polvorientas en el que apenas viven seis mil personas. Está a 13 kilómetros de Tocoa y su principal actividad económica es la agricultura.

Es una comunidad que en sí no tiene nada de particular, lo único que la distingue es que era el refugio de Los Cachiros, el cartel dominado por los hermanos Javier Eriberto y Devis Leonel Rivera Maradiaga, que reinó durante 10 años en el país y que fue el principal abastecedor de droga al cartel de Sinaloa, que lidera el hombre más buscado del planeta, Joaquín el Chapo Guzmán, según la DEA.

En Cayo Sierra no hay ninguna calle pavimentada. Todas son de tierra y en ellas crecieron Javier y Leonel jugando los típicos pasatiempos de niños.

El pueblo está rodeado de extensas montañas y cultivos de palma que contrastan con las casas de lámina y bloque.

La sencillez predomina, las únicas casas que sobresalen por sus construcciones modernas son las de la familia Rivera Maradiaga.



Devoto

Santos Isidro Rivera Cardona (67), padre de los ahora convictos, vivió toda su vida en Cayo Sierra, luego de que sus padres emigraran del municipio de Gualaco, Olancho, al departamento de Colón.

Don Isidro se encargó de sembrar en sus hijos el amor a Dios y desde pequeños cada domingo los llevó a la iglesia católica de Tocoa para asistir a la misa dominical.

El patriarca de los Rivera Maradiaga es un hombre religioso, muy devoto de San Isidro Labrador.

Cada año se encargaba de organizar la celebración en honor al santo patrón y todos los 14 de mayo participaba en la preparación de un altar para depositar ofrendas y alimentos.

Un día después, el 15 de mayo, el Cachiro mayor compartía con todos los pobladores en una megafiesta en la cual le daban gracias a Dios por las bendiciones recibidas.

Don Isidro era el primero en cargar la imagen de San Isidro hasta el templo de Tocoa, adonde encendía decenas de velas y lideraba la reventazón de cohetes.

“Para todos era una costumbre ver a don Isidro en las celebraciones de su santo, él es muy católico, de esos que nunca faltaba a la misa dominical de las siete de la noche en Tocoa”, detalla una católica que conoce desde hace muchos años a la familia.

Búnker. Con el paso de los años, los hermanos se introdujeron en el mundo del narcotráfico, llegando a convertirse en los cabecillas del cartel más poderoso del país; sin embargo, nunca emigraron a otro lugar.

Cayo Sierra se convirtió en el punto estratégico para sus actividades. Fue su refugio, el lugar adonde más seguros se sentían.

El único acceso a la aldea fue “blindado”. Construyeron una caseta de seguridad, adonde permanecían cinco hombres armados que eran responsables de inspeccionar a todo aquel que ingresaba o salía de la aldea durante las 24 horas del día.

No cualquiera podía ingresar a Cayo Sierra, para hacerlo había que pasar un minucioso registro y explicar a quién iban a visitar.

“En Cayo Sierra mandaban ellos, nadie se atrevía a desafiar sus órdenes. Lo que ellos decían se hacía y punto”, explicó una de las pobladoras.

Desempleo

Hoy que los hermanos, considerados narcotraficantes por Estados Unidos y a la espera de sentencia en aquel país, están lejos y sin poder, los pobladores de Cayo Sierra se sienten desprotegidos.

“Ahora, sin Javier y Leonel, la vida nos cambió. Se siente su ausencia. Ellos no solo generaban empleo en la aldea, sino que en muchos poblados de Colón.

Desde que se fueron, la vida en Cayo Sierra y en el litoral no es la misma. Solo quedan los recuerdos del empuje que le dieron a la comunidad y las obras de caridad que realizaron en favor de los más nececitados”, dijo una vecina de la comunidad.

Las casas que habitaron los Rivera Maradiaga quedaron vacías. Ya no hay más desplazamientos de camionetas, ni guardaespaldas, la historia.

Para saber

Apoyaron las aldeas y caseríos de Colón Pobladores lamentan la reducción de obras comunales que los Rivera apoyaban en Colón.

Sobriedad caracterizó a los hermanos Rivera No hicieron alarde de lujos ni excentricidades. Los Cachiros en Cayo Sierra siempre tuvieron un perfil bajo y eran accesibles con la gente.