Sicarios que se conducían en tres motocicletas acribillaron a balazos a cuatro personas en un taller de reparación de llantas en la calle principal que conecta Residencial Plaza con la colonia Los Llanos en la capital.
Esta es la segunda masacre durante la presente semana en el Distrito Central; además dejó dos hombres heridos, quienes fueron ingresados a centros hospitalarios capitalinos.
Tres de las víctimas fallecieron en la escena del crimen y otra expiró en el Hospital Escuela.
Los fallecidos son Nelson Alberto Molina López (34), Wilfredo Ventura Umanzor (46), Melvin Smith Reyes Villalta (19) y Henry Geovany Cáceres Elvir (22), más conocido como Suyapín.
Según testigos, Ventura Umanzor era un albañil amigo del dueño de la llantera, originario de Danlí, El Paraíso, con domicilio en la colonia La Rosa, Comayagüela. Molina López era un cliente que llegó a reparar una llanta de su motocicleta, se dedicaba a repartir periódicos y laboraba en la empresa de tintes. Reyes Villalta y Reyes Villalta, “Suyapín”, se dedicaban a lavar automóviles en el plantel, según testigos.
Los cuerpos de Nelson Alberto y Wilfredo quedaron en el taller. Reyes Villalta cayó abatido a tiros frente al taxi con registro 2983, el cual lavaba en el estacionamiento cuando ocurrió el tiroteo.
La Policía identificó a los heridos como German Rodríguez, propietario del taxi, y Franklin Noé Ramos, empleado del negocio.
![]() las autoridades reconocieron los cadáveres e iniciaron las investigaciones.
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Los malhechores huyeron hacia residencial Plaza tras consumar el múltiple crimen. Personas que estaban cerca auxiliaron a los heridos y los trasladaron a centros hospitalarios en carros particulares.
Uno de los tres baleados fue llevado a la sede de la Cruz Verde en la colonia Kennedy y luego trasladado en una ambulancia al Hospital Escuela en estado crítico.
Técnicos de la Sección de Inspecciones Oculares de la DNIC realizaron la requisa en la escena del crimen en busca de indicios que puedan ayudar a identificar y capturar a los autores materiales e intelectuales de la matanza.
Afuera del taller colocaron 36 números amarillos sobre los casquillos de bala esparcidos en el área tras la nutrida balacera. Varios casquillos más quedaron en el interior del local, los que fueron levantados para ser analizados en los laboratorios balísticos.
Los cuerpos de inteligencia analizan varias hipótesis en torno al crimen con el fin de establecer los verdaderos móviles, pues la mayor parte de víctimas eran personas que se ganaban la vida con su trabajo.
Según información que conocieron los investigadores, el dueño de la llantera, identificado como Manrique, es propietario de autobuses urbanos, por lo que no descartan que el hecho esté relacionado con la extorsión.
Un comentario que circuló en la escena es que el dueño del local paga puntualmente extorsión a cuatro grupos criminales que operan en la capital, por lo que no se explican las causas por las cuales sucedió la balacera.
Los cuerpos de inteligencia investigan si el cuádruple crimen tiene relación con un incidente ocurrido la noche del lunes en el mismo sector, donde supuestos mareros protagonizaron una balacera cuando llevaban raptado a un pastor evangélico.