Mientras en Tegucigalpa surge la preocupación por la supuesta práctica de juegos eróticos entre estudiantes en los centros educativos, en San Pedro Sula, la infiltración de pandillas tiene en zozobra a los maestros.
El director de Educación de Cortés, Gilberto Benítez, expresó que algunos docentes que laboran en los sectores de Chamelecón y Rivera Hernández claman por un traslado por el riesgo que corren sus vidas si hacen un llamado de atención a algunos alumnos, situación que, según él, vuelve necesaria la presencia policial en las escuelas de esas zonas. Respecto al comportamiento sexual de los alumnos, el director señala que no conoce denuncias formales, pero no descarta que estén sucediendo porque no conocen realmente lo que pasa en las aulas.
¿Los orientadores le han mencionado colegios sampedranos donde los estudiantes hagan prácticas sexuales?
Las relaciones amorosas entre estudiantes han sido normales. No tenemos una denuncia fuerte, como que un estudiante haya violado, o un docente abuse de una estudiante.
¿Y de estudiantes que lleven juegos prohibidos o drogas a los centros educativos?
Estuve recientemente en una escuela de la Rivera Hernández, donde unos maestros me mostraron proyectiles de diferentes armas y una chimba decomisada a estudiantes.
¿Estarían utilizando las escuelas como escondite de armas?
No. Los estudiantes las llevan; son armas hechizas. Tenemos zonas muy peligrosas como algunas colonias de Chamelecón y la zona de la Rivera Hernández, donde tratamos con gente de otro nivel. Es gente cuyos papás pertenecen a una pandilla, o sus madres, pero sólo en esa escuela me mostraron las armas.
¿Hay infiltración de pandillas en los centros educativos?
Claro. Eso no se puede desconocer. No lo podemos negar. Y no es que haya infiltraciones, sino estudiantes que pertenecen a una pandilla o son aficionados. Y no es un problema de un solo instituto: está en escuelas, institutos y centros de educación básica, especialmente en las zonas que mencioné.
¿Qué estrategias están usando los maestros para controlar esta situación?
Es preocupante la situación. No se está haciendo nada. Un maestro o director no puede sancionar a un estudiante porque es peligroso. Tenemos constantemente aquí maestros con quejas porque este tipo de personas les rayan los carros y los amenazan de muerte. Una cantidad de maestros vienen a solicitar su traslado, especialmente de la Rivera Hernández y de Chamelecón; se quieren venir al centro o irse del departamento porque son amenazados. Y detrás de eso seguramente hay estudiantes.
¿No pueden ser expulsados esos estudiantes?
Primero está la vida. Un maestro o un director no expulsa a una persona a la que le encuentre una chimba, un arma hechiza, porque lógicamente ese alumno no se quedará de brazos cruzados.
¿Hacen alguna revisión cuando ingresan los estudiantes en los centros educativos para decomisar armas o drogas?
Se podría emplear esa estrategia o medida, pero qué le garantiza al docente si, al encontrar algo, el alumno continuará de todos modos en el centro educativo. Tendríamos que crear una policía escolar. Que haya por lo menos dos policías en cada centro educativo, principalmente en las zonas más conflictivas.
¿Esta situación sólo es en centros de educación pública?
Hemos tenido denuncias de que este tipo de cuestiones están llegando a los centros privados; no a todos. No tenemos denuncias formales, pero hemos escuchado que está sucediendo.
¿Qué mensaje daría a los padres de familia?
Tenemos un gran problema. Debemos buscar a Dios. Voy a una iglesia y no encuentro maestros. Si un maestro no va a una iglesia, cómo puede guiar a un alumno. Lo que encontramos en las iglesias es un montón de madres solteras y niños huérfanos. La desintegración familiar tiene un impacto fuerte. Les recomiendo a los padres de familia que busquen a Dios y lleven a sus hijos y en segundo lugar, por favor, si son padres de familia, que mantengan la autoridad en sus hogares. Es una pérdida de autoridad tremenda en los centros educativos; no hay respeto de los estudiantes para el director ni los maestros.