La compleja y a la vez sencilla recolección de las basuras y residuos en la ciudad de Curitiba, Brasil, es un sistema inspirado en la eficacia, la rapidez, la participación comunitaria y la rentabilidad.
Se trata de un sistema que ha convertido la recolección en una industria integrada donde los pepenadores adquieren estatus de funcionarios y los beneficiarios residenciales se convierten en socios de la cadena.
Una selecta comitiva de ingenieros y arquitectos de San Pedro Sula ha tomado la iniciativa de conocer en vivo la “experiencia curitibana”. Esta ciudad es conocida en el mundo por haber conseguido lo que todos los brasileños denominan “el milagro curitibano”.
El objetivo de la comitiva es conocer cómo lograron hacerlo.
En el manejo de la basura simplemente hicieron que el mecanismo tradicional de la separación de residuos evolucionara a un sistema de recolección y preselección donde aparecieran en escena dos nuevos componentes: el reciclado de materiales inertes para producir ingresos y la generación de empleo.
Hoy la Unidad del Ambiente, dirigida por el ingeniero Carlos Guillén, recolecta 2,500 toneladas diarias de basura separada, mismas que son trasladadas a las 20 usinas o plantas de acopio. Estas “usinas” son unidades autónomas que funcionan con un modelo cooperativo y proporcionan empleo bien remunerado a todos sus miembros.
A las usinas llegan los camiones recolectores con los desechos sólidos
- metales, plástico, papel, cartón y vidrio – y luego la basura es arrojada en unas gargantas o tolvas que hacen descender los residuos hasta un carril de banda móvil donde los operarios, con un incesante juego de manos, seleccionan, separan y clasifican.
El proceso demuestra que el 70% de la basura es en realidad material reciclable con el cual se activan muchas industrias verdes. Visitamos la cooperativa más tradicional de Curitiba – la vieja hacienda que pertenecía a los católicos – y fuimos testigos de que un botadero de basuras no tiene que ser necesariamente un lupanar.
En realidad, los tiraderos son centros de acopio de residuos adonde llegan turistas del todo el mundo no únicamente para presenciar la actividad de los pepenadores, sino también para apreciar la sala de exhibición de objetos rescatados que se muestra en el “museo de la basura”: una especie de escaparate donde los operarios muestran y exhiben todo tipo de artículos rescatados del “lixo”.
Saneamiento
El secreto del sistema está en la participación y los acuerdos ciudadanos. Según Carlos Guillén, la recolección es una cultura de Curitiba.
La gente ha estado consciente de la importancia del tema desde hace cinco décadas; sin embargo, el entrenamiento de las nuevas generaciones es permanente. En las escuelas públicas de Curitiba una de las asignaturas fundamentales es la cooperación para los temas de ciudad. La respuesta de la ciudadanía no deja de ser impresionante; el sistema de captación de basuras se hace en seis días hábiles.
¿Por qué la basura tiene precio?
Digamos que las empresa recolectoras – concesionarias actuales de Curitiba – no “hacen un negocio” con la prefectura, se diría más bien que el sistema de recolección se une a la red de servicios ambientales que la ciudad sostiene desde hace 40 años.
Pero es bueno recalcar que la prefectura ha delimitado el servicio de recolección hacia los desechos propiamente públicos, es decir, que los residuos y basuras generadas por la actividad industrial no entran en la esfera de la responsabilidad municipal.
El concepto utilizado se denomina “responsabilidad inversa” y consiste en delegar en las empresas productivas e industriales la misión de recolectar sus propios desperdicios. Es decir, un productor de baterías tiene la obligación por ley de recolectar, reciclar y disolver (cuando sea el caso) todas aquellas unidades que han pasado al desuso.
Por esto recibe incentivos y premios, pero además participa de modo directo en los procesos de saneamiento colectivo que hacen de Curitiba un modelo de gestión ambiental. Lo mismo se aplica para las industrias de la construcción, la elaboración y la fabricación.
La idea es que cualquier material, por despreciable que parezca, pueda ser reutilizado por la industria y convertido en un producto eficaz, vendible y atractivo con cuyos fondos se sostienen todos los programas sociales; especialmente los relacionados con la dotación y la preparación de alimentos libres de pesticidas.
El transporte público
“El propósito del sistema de transporte – nos comentó Carlos Ceneviva – es movilizar la población de Curitiba y la población flotante, a través de una oferta que no solo sea atractiva sino también funcional y provechosa”.
Para movilizar 1,700,000 habitantes de la ciudad más
1,300,000 de la región metropolitana, Curitiba dispone de un metro a la vista que se ha convertido en el “paisaje vivo” más llamativo de la ciudad. Los famosos omnibuses que se mueven incansablemente por la arterias urbanas de la ciudad de Curitiba son el emblema más atesorado por los urbanistas y los voceros del Instituto Lerner siempre hablan con orgullo del sistema.
Visitamos las instalaciones de URBS (La actual concesionaria del sistema de la ciudad) y comprobamos una vez más que el perfeccionamiento del sistema es continuo. Desde que se echó a andar en 1972 – cuando el gobierno de Brasil aprobó la nueva Ley de Zonaje – Curitiba implementó los conceptos de desarrollo integrado, esto consiste, según lo explican sus ideólogos, en propiciar una “cadena de soluciones” que van de la mano.
Es decir, que en vez de pensar en proyectos aislados, retardados y onerosos, las autoridades de Curitiba – con Jaime Lerner a la cabeza cuando fue prefecto durante dos períodos consecutivos – vendieron una solución integral donde las respuestas estuvieran conectadas entre sí.