Aunque el precio en el mercado internacional ha experimentado un leve repunte en los últimos días, muchas fincas de café del occidente de Honduras se mantienen desoladas e imbuidas en un letargo porque los productores y cortadores todavía no reciben la suficiente dosis de entusiasmo para entregarse a la cosecha.
Con un ritmo bastante lento, lejos de las aspiraciones de los cafetaleros, el precio tuvo un crecimiento de 24 centavos de dólar la libra en el mercado internacional en el último mes (pasó de 92.90 [17 de octubre] a 117.48 [27 de noviembre]). Sin embargo, a juicio de los productores, este incremento no es suficiente para alcanzar el punto de equilibrio.
1,600
Lempiras.Un productor de Atima invierte L1,600 para producir 200 libras (una carga) listas para venderlas a un exportador. Esta cantidad no incluye los gastos por fertilización. Un beneficio le paga en este momento L2,700 por 200 libras (libres de granos en mal estado y humedad).
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Este profesor jubilado de 76 años, protagonista de la vida local de Atima, percibe un “ambiente muy muerto en las fincas por los bajos precios y una reducción en la producción”.
“Los palos de la finquita que tengo solo tienen el 40% de carga que tuvo en años pasados. Esta vez bajó la producción porque no logré fertilizar tres veces a causa de los malos precios de 2018. También, el cambio climático, con un verano que duró ocho meses, afectó la finca”, explica.
Menos granos
El extenso periodo de sequía de 2019 causó una reducción en la cantidad de granos en cada arbusto. |
“Este año hay menos granos en los palos de las fincas. Pienso que la roya y el mal tiempo han bajado la cosecha. En diciembre la cosecha es más fuerte, pero en otros años, en noviembre las fincas ya están cargadas y eso no lo estamos viendo esta vez”, dice Mejía, padre de cuatro hijos.
Francisco Telmo Rodríguez muestra un arbusto de café con la mayoría de ramas sin granos.
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“Ahorita solo corto tres galones, pierdo tiempo buscando los palos, no todos están cargados y las fincas no maduran parejo, sino por partes.... por este motivo hay personas que no quieren venir a cortar: ganar L90 ya no es nada porque todo está caro”, dice Mejía.
Migración
Las fincas de Atima, cercanas a otros municipios productores de occidente como San Nicolás ( Santa Bárbara); La Unión, Lepara y La Iguala (Lempira), están menos concurridas de cortadores de café, pues muchos de ellos están trabajando en Estados Unidos o se encuentran caminado hacia ese país norteamericano.“Por los bajos precios del café, mi sobrino Rolando Reyes emigró a Estados Unidos hace un año. Él venía a cortar café a esta finca, era un buen cortador: cortaba de 8 a 10 galones al día, pero allá en Estados Unidos está ganando mucho más dinero”, dice Mejía.
Héctor Vallecillo se prepara para despulpar el poco café que corta en su pequeña parcela.
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José Tomás Vallecillo (21 años), hijo de Héctor, es uno de los habitantes de Lempa que se marchó en la corriente migratoria de los ultimos dos años. Ahora, él le envía remesas a su padre para que siga cultivando café, pues, en medio de la crisis, no pierde las esperanzas y tiene la fe de que “en el futuro, el precio tendrá que mejorar”.
“El año pasado, cuando me dio un infarto, mi hijo me mandó remesas para pagar un hospital privado y hace unos días me envió como L30,000 para invertir en la manzana y media nueva que estoy sembrado. Él gana $200 al día en Estados Unidos, es una cantidad que nunca lograría ganar aquí trabajando la tierra”, dice.
Roger Leiva, alcalde de Atima, cree que la economía local seguirá siendo afectada por lo malos precios que ya obligaron a un beneficio a cerrar operaciones en 2018.
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La municipalidad estima que entre 2018 y 2019 se marcharon alrededor de mil personas del municipio. Ahora, los familiares que se quedaron hacen todos los lunes extensas filas en una agencia bancaria para retirar las remesas.
“Nuestro municipio es uno de los que está en los primeros lugares de la migración porque el 90% de la población ha dependido del café”, dice Roger Leiva, alcalde de Atima.
El edil y todas las autoridades municipales están preocupadas porque también la recaudación de impuestos será golpeada a causa de la mala cosecha y los bajos precios.
“Somos un municipio pobre y dependemos del café. Tenemos que pensar bien en qué vamos a invertir los pocos impuestos que captamos, por ejemplo, necesitamos una ambulancia, que puede costar un millón y medio de lempiras, pero no la podemos comprar porque no tenemos dinero”, dice. Los pésimos precios y altos gastos de operación (específicamente los de energía eléctrica) no solo han ahuyentado a los cortadores, han causado en Atima el cierre de un beneficio de café fundado por 25 productores (entre medianos y pequeños) con el apoyo de la Fundación Jicatuyo.
Pequeños tostadores de café podrán exportar sus marcas CHINACLA, LA PAZ. Elisa Escobar y su familia han estado realizando gestiones para exportar café con su marca Itzayana, pero no han alcanzado ese sueño porque no logran cumplir los requisitos burocráticos.
“Desde hace 4 años estamos haciendo papeleos y no logramos. Por ejemplo, no hemos podido hacer el análisis de ocratoxina al café porque solo lo hacen en San Pedro Sula, pero la máquina la han tenido mala”, dice. La familia Escobar produce café molido y en grano tostado que comercializa en el mercado nacional con la marca Itzayana y pretende enviar contenedores al exterior. Tampoco han cumplido uno de los requisitos que el Instituto Hondureño del Café (Ihcafé) exige para ser exportador: “Acreditar un capital social mínimo de un millón de dólares o su equivalente en lempiras”, establecido en el acuerdo 136/2015 del Consejo Nacional del Café (Conacafé). Pero esta exigencia ya no será una barrera para la familia Escobar. El Ihcafé y Conacafé ya decidieron eliminar este requisito para apoyar a tostadores como Elisa Escobar. |