"El que paga, pasa": Hasta L14 mil por licencias cobran policías de Tránsito en Choluteca
Una red de policías opera a sus anchas en las instalaciones de la DNVT de Choluteca, donde ofrecen descaradamente licencias de conducir sin pruebas médicas, prácticas y escritas

- 14 de mayo de 2025 a las 21:29 /
- “Pero aquí entre nos ¿usted sabe manejar?”, preguntó un policía mientras negociaba una licencia de conducir sin los requisitos legales.
- “Más o menos. He tenido algunos percances cuando me paso de copas, pero sí le hago medio, medio”, respondió el cliente, un periodista encubierto de LA PRENSA Premium.
- “No le pare bola. Aquí el que paga, pasa el examen y le damos la licencia en menos de 5 minutos”, agregó el uniformado.
La Unidad de Investigación de LA PRENSA Premium se infiltró en la red de corrupción que opera en la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte (DNVT), en el sur de Honduras, donde las licencias de conducir se entregan como si fueran boletos de rifa, sin exámenes, sin controles y sin vergüenza.
No es la primera vez que se destapa el negocio sucio de las licencias en Honduras. Ya se había identificado a dos redes que operaban en Siguatepeque y Tegucigalpa.
Esta vez, los tentáculos se extendieron a Choluteca, donde los policías de Tránsito vuelven a quedar en evidencia, repitiendo un modus operandi reciclado, que lejos de extinguirse, se perfecciona.
Ahora, estos agentes policiales no se conforman con traficar licencias sin exámenes necesarios. Llaman a su negocio “licencias exprés” y operan con estructura, velocidad y descaro.
Los exámenes salen en segundos, omiten las charlas y el documento se entrega en minutos, incluso a personas que jamás han tocado un volante y que no saben leer ni escribir. Además, el pago se recibe en el interior de las instalaciones, a plena luz del día y a la vista y paciencia de altos mandos.
Todo fluye porque el grupo está alineado, pues unos están encargados de gestionar el papeleo para las licencias, otros se encargan de tener listos y llenos los exámenes, mientras que otro grupo solo imprime la licencia y recibe el pago.
En las afueras de la DNVT los ciudadanos hacen filas eternas esperando ser atendidos, mientras este grupo de uniformados ha montado su propio negocio paralelo, eficiente y rentable, al margen de la ley, pero dentro de las mismas instituciones encargadas de hacerla cumplir.
Como es costumbre, ese tipo de estructuras se confabula con empresas encargada de hacer los exámenes físicos y de vista, con el fin de acortar los tiempos de espera y pasar por alto cualquier problema que impida a los solicitantes obtener su licencia de conducir.
Los precios van desde 4,800 lempiras por una licencia de conducir motocicleta, válida por cinco años; 5,800 lempiras por una de vehículo liviano con la misma vigencia, y hasta 14,000 lempiras para personas que no saben leer ni escribir, bajo las mismas condiciones.
Cabe mencionar que, actualmente, las personas que no saben leer ni escribir no pueden acceder al proceso para obtener la licencia de conducir.
Sin embargo, para reducir esta limitación, las autoridades lanzaron en diciembre el programa "Yo sí puedo", que brinda formación básica en lectura y escritura, aunque por ahora solo funciona en Danlí, El Paraíso.

"Es una ganga"
La Unidad de Investigación de LA PRENSA Premium se trasladó hasta el departamento de Choluteca, específicamente a las oficinas de Tránsito ubicadas a 50 metros de la carretera a Orocuina, en el anillo periférico, para constatar de primera mano el moderno modelo de tráfico de licencias de conducir que impera en esta ciudad desde hace meses.
"Exámenes para renovación y licencia de conducir por primera vez", se lee en un rótulo colocado en el sitio que se presenta como un Consultorio Psicológico Familiar, pero donde en realidad opera un grupo de personas que, en complicidad con una red de policías, emite exámenes falsos a cambio de altas sumas de dinero.
- Hola, tita. Me dijeron que aquí podía obtener mi licencia al bajo bajo, ¿sabe quién me puede ayudar?, susurró el periodista encubierto a una mujer encargada, que estaba sentada al otro lado de un escritorio.
- "Mmm, déjeme ver cómo le podemos ayudar porque ya tenemos a 20 personas con esa vuelta en esta tanda”, respondió la mujer mientras hacía una llamada por teléfono.
- "Vengase rápido (se omite apellido), que le tengo otro más”, dijo la mujer.
No habían pasado ni dos minutos, cuando un policía llegó (las oficinas de la DNVT quedan frente a las clínicas psicológicas).
“Buenas tardes. Me comentó (se omite el nombre). Vea, lo que nosotros ofrecemos es el documento en menos de cinco minutos, usted no tiene que hacer nada, solo entrar a tomarse la foto y recibir su licencia”, ofreció.
Periodista encubierto: “¿De cuánto es el golpe (costo) y por qué tan caro?”
Policía de Tránsito: “Ja, ja, ja, baratillo más bien, cobramos 5,800 por cabeza por la de 5 años”.
Periodista encubierto: “Hijole, no creo que los ajuste. Dejémoslo en 5 mil lempiras todo, vaya”.
Policía de Tránsito: “Ahí sí no puedo, de ahí tengo que pagarle los exámenes a esta doña que son 1,175, póngale la pluma cuánto queda para varios allá adentro, no sale, además se lo digo así pelado porque yo soy pelado: Nadie le va a ofrecer esta ganga, ahora esos manes (haciendo referencias a otras redes de corrupción que operan en el interior de la DNVT) lo que están haciendo es que entregan licencias, pero falsas y las de nosotros sí aparecen en el sistema si lo detienen a usted”.
Luego de aceptar el trato y entrar en confianza, el uniformado ordenó la impresión de los exámenes, membretados por el Colegio Médico de Honduras (CMH) y el Colegio de Psicólogos de Honduras, con los datos del periodista a la mujer de la clínica.

“Pero aquí entre nos ¿usted sabe manejar?”, preguntó sonriente el policía mientras esperaba la impresión de los exámenes.
- “Pues la verdad más o menos. He tenido algunos percances cuando me paso de copas, pero sí le hago medio, medio”, dijo entre risas el periodista.
- “No le pare bola. Aquí el que paga, pasa el examen y le damos la licencia en menos de 5 minutos, eso es lo novedoso me entiende, que no hacemos perder tiempo al cliente como otros aprovechados que además que cobran caro dan cosas que no son derechas”, agregó el uniformado.
Posteriormente, instruyó al periodista para que ingresara a las instalaciones, donde otro policía lo esperaba para continuar con el trámite.

Clientes
En las afueras de la DNVT había una enorme fila de personas que esperaban su turno para tramitar la licencia legalmente, pero el periodista no tuvo que esperar. Otro policía salió a su encuentro, lo reconoció de inmediato y, sin decir una palabra, le hizo seña para que lo siguiera adentro.
Al ingresar, unas doce personas esperaban sentadas, nerviosas, afuera de las oficinas. Todo parecía fluir con rapidez y eficiencia. En un instante, tres policías salieron, llamando a los grupos de tres para que entraran a recibir sus exámenes.
En medio de la espera, el periodista conversó con dos hombres, quienes aseguraron no saber leer ni escribir. Ambos dijeron que “los patrones nos mandaron a recoger las licencias”, un trámite cuyo precio individual rondaba los 14 mil lempiras debido a su condición de analfabetismo.
Una joven que aguardaba su turno confesó que las pruebas de manejo “estaban difíciles”, pues ya las había intentado legalmente en dos ocasiones y reprobado, así que decidió ahorrar para pagarlas de esta otra manera. Los motivos eran variados, algunos solo buscaban cumplir con un requisito para un nuevo empleo.

Emisión
Al ser llamado, el periodista de LA PRENSA Premium ingresó junto a otras dos personas a una pequeña oficina, donde los exámenes estaban llenos para los que no podían leer ni escribir y a los demás se les dictaba la respuesta de forma rápida.
La escena parecía completamente normal. Policías entraban y salían de la oficina mientras el encargado de los exámenes dictaba las respuestas, sin importar quién entrara, entre risas y bromas con sus compañeros.
Después, le indicó al grupo que pasara uno a uno a la oficina donde se imprimiría la licencia. Allí, otro equipo policial esperaba al grupo de las “licencias exprés”; en un abrir y cerrar de ojos, tomaron la fotografía y entregaron las licencias sin más trámite.
Al salir de la oficina, otros agentes esperaban, dirigiéndose a cada uno de los "clientes" para que pagaran por las licencias ya emitidas.
El periodista fue interceptado por el mismo policía que lo había atendido al inicio, quien, con una sutil seña levantando las cejas, le indicó que era el momento de hacer el pago.
Los 5,800 lempiras a cambio de la licencia fueron entregados en sus manos, dentro de las instalaciones, frente a diversas de cámaras, personas y otros policías que observaban la escena.
Como si fuera poco y de manera descarada, el policía se tomó el tiempo de contar el monto detenidamente, los inspeccionó con cuidado, frotó los bordes y lo alzó contra la luz, buscando cualquier señal de falsificación.
Al constatar su validez, le dio la mano al periodista. “¿Vio? Como le dije, nada se tardó”, se jactó con una sonrisa. Agregó que “si conoce más clientes, mándemelos, aquí les ayudamos”.
Todo esto ocurrió en menos de 5 minutos, dignos de llamarse “licencias exprés”.
Así terminó la operación. El soborno, ya consumado, se entregó sin obstáculos y el periodista encubierto salió del edificio con la licencia en la mano, mientras afuera decenas de ciudadanos seguían bajo el sol, sentados en el suelo, esperando un trámite que para otros se resuelve en minutos, siempre que haya dinero de por medio.