En departamentos del interior de Honduras continúa al rojo vivo el rezago en áreas como empleo, salud y educación, ejes importantes para el desarrollo de todo pueblo.El desinterés gubernamental y la ausencia de recursos financieros han marcado un vacío que obstaculiza alcanzar un desarrollo pleno y ha generado a su vez enormes brechas de desigualdad entre las zonas urbanas y rurales.
Fotografías: LA PRENSA / Texto: Ariel Trigueros
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En el informe 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo se situó a los departamentos de Ocotepeque y Lempira en categorías de media y baja, con calificaciones entre 0.512 y 0.586 de Índice de Desarrollo Humano.
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Ante los números difundidos recientemente, diversos sectores coincidieron en que urge una profunda transformación para aprovechar el potencial de estos departamentos, ya que ningún lugar será capaz de lograr una altísima prosperidad si no se resuelven de fondo los problemas coyunturales de toda sociedad, como ser salud, educación e ingresos.
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Los municipios de San Andrés, San Sebastián, San Manuel de Colohete, Belén, Santa Cruz, Piraera, Cololaca, La Iguala, Gualcince y San Marcos de Caiquín encabezan la lista de subdesarrollo en la región.
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La Unidad de Investigación de LA PRENSA Premium realizó un recorrido por las zonas urbanas y montañas de cuatro de los municipios para comprobar la multicrisis que sufren.
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La ruta comprendió lugares como Cololaca, Gualcince, Piraera y San Andrés. Se verificó que todos estos sitios enfrentan barreras estructurales relacionadas con empleo, educación y economía. Los cuatro puntos poseen una rica vegetación, algunos tienen todavía distribución arquitectónica similar a la española colonial, calles adoquinadas y viviendas viejas a punto de caerse.
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La principal actividad es la agricultura y en menor escala el café, la ganadería y construcción. Son pocas las personas que trabajan en cargos del Estado y muchas han optado por emprender ante la falta de oportunidades. Quienes laboran en puestos públicos devengan entre 5,000 a 10,000 lempiras, parte de los emprendedores subsisten con ganancias aproximadas de 15,000 lempiras mensuales y lo más duro lo vive el jornalero, cuyo salario diario oscila entre apenas 100 y 250 lempiras.
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En Cololaca, con más de 11,000 habitantes, el desarrollo ha sido lento en los últimos tiempos y la misma suerte vive la población mestiza e indígena de Gualcince, que tiene 12 aldeas, 103 caseríos y más de 12,000 vecinos. Este territorio aún con múltiples limitaciones ha crecido en los últimos años en comparación a la mayoría.
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La evolución lenta y moderada en ingresos, escolaridad y esperanza de vida en estos municipios, junto a otras variables, ha sido insuficiente para cerrar la brecha de desigualdad y exclusión.
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Esta realidad desnuda la incapacidad estatal de respuesta ante demandas sociales en torno al desarrollo humano.
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La intensificación de la multicrisis e incertidumbre que impera en una época de covid-19 muestran el gran desafío que Honduras enfrenta y la necesidad de una ruta estratégica para resolverlo.
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El profuso abandono en la región reduce el impulso turístico, a pesar del potencial latente de la zona.