En 2018 le dijeron que no había anestesia y tampoco anestesiólogo. En 2019, por el paro de los médicos no la operaron. En marzo de 2020 no le dieron ni la remota esperanza de reprogramación de la cirugía, solamente le recetaron Sertal Compuesto para atenuar el dolor y le indicaron que en caso de que la vesícula le estallara que buscara la emergencia del hospital.
Waleska Ortiz, ama de casa de 37 años, cumplió en junio pasado dos años de aguardar en vano y escuchar la palabra “no”, “no hay” y “no sabemos cuándo” en el hospital Mario Rivas, adonde espera una cirugía que ahora, a causa del covid, no tiene ni fecha para que le extirpen la vesícula biliar cargada de cálculos.
Por vivir con recursos económicos limitados, pues en su hogar el único que trabaja en es su esposo, de 42 años (labora en una empresa comercializadora de cemento), ni sueña con asistir a un hospital privado adonde una colecistectomía puede costar hasta unos L90,000.
Ahora, la mayor parte de pacientes que padecen otras enfermedades tendrán que esperar más tiempo para ser atendidos por un médico o para una cirugía.
|
En este momento, varios miles de hondureños están sufriendo dolor, agotamiento físico, desmayos y otros, entre ellos los pacientes con insuficiencia renal o cáncer, hasta muriendo, porque el precario sistema público de salud los ha excluido automáticamente por atender el exorbitante número de pacientes de covid-19 que llegan todos los días desesperados pensando que de un momento a otro pueden perder sus vidas.
La doctora Ligia Ramos, miembro del Colegio Médico de Honduras (CMH), afirma que el sistema público de salud “está en calamidad” y la pandemia que sorprendió a todo el mundo “ha desnudado todas las debilidades por la poca inversión que han hecho los Gobiernos en el sector de la salud”.
“Vemos que han aprobado grandes cantidades de dinero con las cuales han cometido grandes actos de corrupción. Hace unos meses hablaron de 95 hospitales y ni siquiera han abastecido los que tenemos. Es difícil creerle al Gobierno que invertirá cuando estamos viendo acciones que no son correctas”, dijo Ramos en una entrevista con LA PRENSA. “Desde hace cinco años estamos luchando con el Colegio Médico por la salud pública y evitar la privatización que han pretendido con la Ley Marco de Protección Social”.
Ramos y miembros de la junta directiva del CMH recién viajaron a La Mosquitia para trasladar en un avión militar a un médico que trabaja en el Hospital Regional de Puerto Lempira que estaba al borde de la muerte porque esa entidad estatal, como todos los del país, carecen de médicos, enfermeras, medicinas y equipo de protección personal.
Escaso de médicos
El sistema carece de médicos especialistas, por ejemplo, para cada grupo de 100,000 pacientes hay 0.7 psiquiatras, dice Ocde. |
Las limitaciones que tienen los pacientes en Honduras, adonde el Gobierno gasta $373 por persona contra $1,786 en Panamá, obligan a muchos familiares de pacientes a sobornar a funcionarios de hospitales para lograr una atención médica.
Una investigación de OCDE indica que en Venezuela el 34% de las personas da sobornos, seguido de Perú (19%), México (16%) y Honduras (15%). En el otro extremo, Costa Rica, Brasil y Barbados tienen un 5% o menos de su población que declara sobornar a las instituciones de salud.
|
El doctor óscar Sánchez, delegado presidente del CMH en Cortés, está convencido de que la crisis que golpea el sistema es consecuencia del mísero gasto y la corrupción que a lo largo de décadas ha observado.
“La pandemia vino a desnudar el sistema precario de salud que tenemos. El sistema de salud debe ser robustecido, y no es con hospitales móviles. El Estado como tal tiene muchos años de no construir un hospital. Lo que ha habido son maquillajes, reparaciones y construcciones hechas por oenegés y Gobiernos amigos, como el de Japón. Ahorita estamos sufriendo las consecuencias de las malas políticas en salud”, dijo Sánchez en una entrevista telefónica.
Sánchez cree que la corrupción “diluye los pocos fondos que el Gobierno destina a salud y educación porque son dos factores que van de la mano, pues un pueblo educado gozará de buena salud y eso se está reflejado en este momento con un grupo de personas que, por baja educación, no está haciendo caso a las medidas contra el covid”.
Dina Beatriz Flores (de 34 años) al igual que Ortiz deben mantener la calma y la paciencia hasta que la pandemia pase en Honduras. Mientras, Flores, por vivir entre La Lima y El Progreso, continuará “saliendo a la carrera de noche cuando aparezca el insoportable dolor por la vesícula”.
“Cuando me dan esos dolores fuertes en la vesícula voy a emergencia del hospital de El Progreso. No tengo más que hacer, soy pobre y no puedo pagar un hospital privado. Hace tres meses me llamaron del Hospital Mario Rivas para decirme que me van a operar hasta que pase la pandemia, si es así, quizás me voy a morir antes por el covid”, piensa Flores que también tiene cálculos en la vesícula.
|