Alrededor de 879 personas con enfermedades estomacales -consignan los registros de la Secretaría de Salud- llegaron semanalmente en 2019 a centros de salud y hospitales públicos de San Pedro Sula en busca de asistencia gratuita; otra cantidad similar de pacientes, con mejores condiciones económicas, visitó un médico privado o se automedicó.
Cada año, el 12% de la población de esta urbe (789,644 habitantes, dato del Instituto Nacional de Estadísticas), por lo menos, padece de diarreas derivadas de infecciones gastrointestinales provocadas por virus, bacterias o parásitos transmitidos a través de alimentos y agua contaminada.
La diarrea es -dice la Organización Mundial de la Salud (OMS)- una de varias enfermedades (el cólera, la disentería, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis) que más afecta a los habitantes de países pobres con sistemas de saneamiento deficientes.
San Pedro Sula está muy, pero muy lejos de alcanzar una reducción ostensible de los casos de diarrea y equipararse a las ciudades de países desarrollados; al contrario, cada año incrementan desmesuradamente: en 2018, el sistema público atendió a 35,694 pacientes y en 2019 la cantidad ascendió a 45,734 (10,040 enfermos más).
Todos los días, los habitantes y visitantes corren el riesgo de padecer una infección gastrointestinal, no porque todos tengan malos hábitos en sus hogares, sino porque, simple y sencillamente, los ríos y canales que cruzan San Pedro Sula son desagües de aguas negras, extremadamente contaminadas, advierten expertos y conocedores del tema que recientemente participaron en Mesa de Debate de Diario LA PRENSA.
Los académicos Nelson García Lobo, Alex Vallejo, César Orellana, Diego Chacón y Carla Pantoja en la Mesa de Debate de Diario LA PRENSA al analizar los problemas de San Pedro Sula.
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Las aguas residuales descargadas por todos los hogares, restaurantes, hoteles, universidades, fábricas, hospitales, iglesias y también las expulsadas por la Municipalidad van al sistema de alcantarillado (una parte data de la década de 1950), luego caen en los ríos y canales (entre ellos Sunseri y Chotepe), posteriormente desembocan en el río Chamelecón y finalmente llegan al mar Caribe en Puerto Cortés.
Las aguas cloacales arrastran, además, desechos sólidos, entre ellos, botes, bolsas y otros objetos de plástico que las aguas lluvias trasladan de las calles céntricas a través de los drenajes pluviales que igualmente son precarios.
La OMS estima que cada dólar invertido en saneamiento produce un rendimiento de $5.50 (por menos dinero gastado en atención de salud).
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A principios de la década pasada, Honduras y todos los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se comprometieron a alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en un período de 15 años con el fin de erradicar la pobreza y proteger el planeta.
Al suscribir el compromiso de los ODS, el Estado hondureño (Gobierno y sociedad) asumió la responsabilidad de “lograr (entre 2015 y 2030) el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados y equitativos para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones de vulnerabilidad”, ordena el objetivo número 6.
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“San Pedro Sula no tiene planta de tratamiento porque Aguas de San Pedro y la Municipalidad se tiran la pelota. ‘Yo no lo hago, le toca a aquel…’, dicen. ¿Cuántos años tenemos en ese trampolín? Vivir en San Pedro Sula no es barato, es muy caro y no tenemos el saneamiento de aguas residuales. En San Pedro Sula hemos pagado la tasa de siglo XXI, la cual es un castigo muy fuerte, la tasa municipal y no han podido hacer este proyecto. Tener recursos, ríos limpios es seguridad ciudadana, es ciudad inteligente”, lamenta Vallejo, quien es biólogo con maestría en auditoría en gestión ambiental y maestría en cambio climático.
En octubre de 2000, el alcalde Roberto Larios Silva firmó un contrato con la empresa Aguas de San Pedro para concesionar los servicios de agua potable y alcantarillado sanitario durante 30 años, contados a partir del primero de febrero de 2001.
40%
La mayor parte de personas con diarrea en 2019 tenían edades superiores a los 15 años.
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En 2018 anunció que invertiría $60 millones en la construcción de la primera fase; en 2019 convocó a una licitación, sin embargo, el año anterior se enredó en discusiones con las autoridades locales: la Municipalidad le entregó el terreno (donde edificará la planta) en Chotepe, el cual está ocupado ilegalmente por decenas de personas.
Para los participantes de Mesa de Debate de Diario LA PRENSA la carencia de un sistema de saneamiento es, al mismo tiempo, una amenaza para los acuíferos que proveen la mayor parte del agua que se consume en SPS.
34%
Los niños con edades entre 1 y 4 años son el grupo de personas más afectado por diarreas.
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En el ámbito de saneamiento, la ciudad en vez de avanzar, retrocede -dicen los participantes de Mesa de Debate-, pues en la última década más personas han caído en condición de pobreza. Esta situación las lleva a vivir en medio de la insalubridad y a practicar hábitos inapropiados, como defecar al aire libre, que afectan a otros seres humanos.
Nelson García Lobo, catedrático de la Unah y expresidente del Foro Social de la Deuda externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh), confirma que la cantidad de personas que viven en los bordos se ha incrementado, no sólo por la migración interna, sino por la involución económica que han sufrido cientos de sampedranos.
“Como organización tenemos más de 12 años trabajando con las familias de los bordos de San Pedro Sula. Empezamos a trabajar cuando apenas había 3,500 familias. Logramos conseguir un terreno para reubicar a las familias, 250 manzanas, costaba L8 millones, y la Municipalidad en ese momento fue incapaz de sacar L8 millones para comprar el terreno, pero ese mismo año, invirtieron L800 millones en varilla y cemento. Ya teníamos el acuerdo con la Cooperación Sueca (que ya se fue) para darnos el dinero y construir 2,500 casas. La Municipalidad sólo tenía que poner L8 millones. Fue la alcaldía de Padilla Sunseri”, lamenta García Lobo, director ejecutivo de la Comisión de Acción Social Menonita (CASM).
28%
El número de pacientes con diarrea que llegaron a centros de salud y hospitales públicos en 2019 creció de forma alarmante.
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Aunque existe un sistema de recolección de basura, las calles y avenidas, dentro del primer anillo de Circunvalación, siempre están sucias. La falta de autoridad da lugar al desorden.
Los participantes de la Mesa de Debate de Diario LA PRENSA concluyen que si las autoridades gubernamentales, tanto centrales y locales, resolvieran los problemas de saneamiento mejorarían las condiciones de vida, reducirían el gasto en los hogares ocasionados por enfermedades, atraerían inversión, aumentarían el empleo y la economía crecería a un mayor ritmo.
Los gobiernos locales de las últimas dos décadas, consideran los participantes de la Mesa de Debate, no actuaron con diligencia y dejaron de gestionar recursos económicos ante organismos internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para solucionar estos problemas. Ahora, plantean, no están utilizando el poder que aportan las herramientas tecnológicas para recopilar datos, tomar decisiones y encontrar fuentes de financiamiento fuera de las fronteras hondureñas.
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“Si nosotros no utilizamos los datos, tanta información que hay, lo que vamos a estar haciendo son paliativos, una curita sobre la herida, esperando que no se infecte (…). El Gobierno utiliza datos para la toma de decisiones o meramente es una cuestión de percepción, ‘aquí se necesita una carretera y se hace, aquí se necesita una mediana y se hace (...)’. Mientras no empecemos a utilizar la tecnología en favor de la toma de decisiones, en favor de la visión de país, este país no va avanzar, caminará en el tercer mundo (...)”, dice Diego Chacón, vicerrector de vinculación de la Universidad Tecnológica de Honduras (UTH).
Mientras las autoridades no logren desarrollar proyectos como las plantas de tratamiento de aguas negras para proteger la salud de los habitantes y sus recursos naturales, como el agua aportada por los acuíferos, difícilmente esta urbe logrará convertirse en una ciudad sostenible, alcanzar los objetivos del milenio y reducir la pobreza.