Cualquiera sea el desenlace del largo conflicto entre los productores agropecuarios y el gobierno argentino, los titulares de éste, los Kirchner, saldrán perdidos.
Será así aunque los productores vuelvan al trabajo sin haber conseguido nada o sus entidades gremiales sean disueltas como piden algunos. Los efectos de las medidas que desde hace mas de tres meses aplican los productores en defensa de sus reclamos inciden fuertemente en la inflación y la escasez de inversiones, los puntos más débiles del régimen kirchnerista.
El conflicto además ha confirmado lo que muchos sospechaban y casi nadie deseaba: que la presidenta Cristina Fernández cumple una mera función formal y que el que manda , hace y deshace es Néstor Kirchner. La popularidad de la mandataria cae día a día.
Le erraron los Kirchner. La soberbia es mala consejera. Deberían haber leido la novela “Huasipungo” del ecuatoriano Jorge Icaza. El “ huasipungo” era un pequeño pedazo de tierra que los terratenientes ecuatorianos cedían al indígenas para que ahí construyera su casa y plantaran algo para su consumo. A cambio el indígena y su familia trabajaban para el propietario sin limites de ningún tipo.
Me consta que hasta fines de los años 60 del siglo pasado las haciendas se ofrecían a la venta con un determinado numero de “huasipungos”, lo que significaba que se vendían con un personal - esclavos casi- que trabajaría gratis.
Los dueños de las haciendas abusaban de los indígenas; tenían hasta el derecho a la pernada con sus mujeres y sus hijas, y el indígena se resignaba a todo, menos que el patrón pretendiera quitarle “ su” huasipungo. Frente a ello se rebelaba y resistía. En síntesis, esto es lo que cuenta la novela de Icaza.
A los Kirchner se les fue la mano. Es cierto que con la suba de las materias primas, la rentabilidad del agro creció vertiginosamente. Pero es un hecho que este sector siempre está sujeto a los ciclos, buenos y malos. Hoy los productores argentinos, chicos y grandes, cuando venden sus granos, un 44% de lo que cobran deben dárselo al Estado. Y eso los enoja.
Es peor que una reforma agraria, en donde al terrateniente se le quita la tierra y se redistribuye para que la trabajen. En este caso se les deja que compren las semillas, las planten en sus tierras, cosechen, pague los fertilizantes, a sus empleados, y una vez venden lo que produjeron con su capital, en su tierra y con su trabajo, la mitad va para el estado.
Los enoja más, en la Argentina de hoy, que esa mitad vaya, por más que ahora la presidenta Cristina hable de planes sociales, a financiar las campañas de Kirchner, a sus amigos, a lo piqueteros y a todos los grupos de choque que ha puesto en funcionamiento y que , por supuesto, son quienes mas amenazan y hablan contra los productores . Pero estos no temen, es más, no están dispuestos a “ doblar el lomo” para que la mejor tajada se la lleven los hombres del partido de gobierno y los piqueteros del oficialismo.
Todo tiene su límite, aunque el matrimonio Kirchner crea que para su poder no los hay. Aquí le erraron. Y si no leyeron la novela de Icaza, cuando menos podrían haber visto la película “ Lo que el viento se llevo”, que la vio todo el mundo y en la que tempranamente el viejo Gerald O Hara advierte a su preferida y caprichosa hija Scarlett, que “la tierra es la única cosa por la que vale la pena trabajar, pelear y morir, porque es lo único que perdura…”. Y ni que hablar si todavía te aplican unas “ retenciones” del 44 por ciento.